El Celta arrancó una pretemporada marcada por la pandemia y sus dos positivos
13 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El Celta 2020/2021 echó a andar ayer condicionado de principio a fin por la pandemia. Por una parte, por las ausencias de Brais Méndez y Santi Mina tras haber dado positivo, y por otra, por las medidas de seguridad obligadas para prevenir más contagios. En ese sentido, el panorama de ayer en A Madroa recordó al vivido en mayo cuando se retomaron los entrenamientos. Con una cara nueva en forma de fichaje, Vadillo (Tapia se ausentó por amigdalitis), más las jugadores del filial convocados y sin los futbolistas que estaban cedidos y que por ahora son las únicas bajas.
Estaba previsto que el equipo hubiera entrenado a las 18.00 horas, pero ayer por la mañana el club avisaba de un adelanto para fijarlo a las 16.30. En realidad esa era la hora del primer grupo de futbolistas, ya que la plantilla se dividió en dos turnos precisamente para garantizar las medidas de seguridad y cumplir el protocolo. Así, los jugadores venían de nuevo vestidos de casa con la ropa de entrenamiento, empezando por un David Juncá que fue el primero en aparecer con permiso del cuerpo técnico, que ya se había personado previamente en A Madroa.
Después fueron llegando Fran Beltrán, Kevin Vázquez y el capitán Hugo Mallo, también en un primer turno en el que estaban, asimismo, Joseph Aidoo, Pione Sisto, Jorge Sáenz, José Fontán, Iago Domínguez, Juan Hernández y Lucas Olaza. El hecho de que la puerta estuviera cerrada y la fueran abriendo uno a uno dio lugar a momentos de humor: «Los que cobran menos de dos millones no pasan -en referencia a que algunos jugadores, la mayoría del filial, dejaban sus coches en un aparcamiento diferente del principal-, pero los que llevan aquí 25 años sí», le decían a Kevin, que ya dentro preguntaba cuál era la plaza de aparcamiento que había dejado vacante Rafinha.
También el canterano Lauti de León, perteneciente al segundo grupo, tuvo que llamar para que le abrieran. En su caso, le llevaron en coche y no tenía la equipación. «Estoy en la entrada, ¿tengo que entrar por el párking para la ropa?», preguntaba por teléfono a su llegada a A Madroa. Incluso Gudelj tuvo que tirar de llamada telefónica para que se le permitiera el acceso. Alguno que otro recurrió al claxon para hacer notar su presencia.
En el segundo estaba Nolito, que atendió a un aficionado que le mostraba su admiración por su vehículo. «¿Te gusta? Cuando te saques el carnet te lo dejo», le prometía antes de insistir en lo que comentó el sábado al ser preguntado por las vacaciones: «Muy cortas». Ya dentro, y siempre en tono de humor y con una sonrisa, se le pudo escuchar: «Vaya lata me estáis dando con la mascarilla. Si no se puede entrenar, que no haya liga y ya está», comentaba.
También en el segundo turno, y también de buen humor, Iago Aspas, que bromeaba sobre su nuevo look rapado. «Parezco Zidane», soltaba divertido. En su misma tanda estaban también Denis Suárez, Álvaro Vadillo, Alberto Solís, Diego Pampín, Lauti, Iván Villar, OKay, Gabri, Miguel Rodríguez -al que llevaron en coche, ya que es el único que no tiene edad para tener conducir a sus 17 años- e Iker Losada. No acudieron en el mismo tramo horario que los demás los lesionados Rubén y Sergio ni Renato Tapia, con amigdalitis.
Los entrenamientos duraron alrededor de una hora, comenzando con los jugadores ejercitándose en las bicicletas y luego ya tocando balón en el campo del Celta B, dividiendo a su vez los dos grupos de doce en subgrupos de seis. Fue el estreno en A Madroa del nuevo preparador físico del club, Quique Sanz, que trabajará mano a mano con Álex Andújar, encargado de este apartado desde la llegada de Óscar García Junyent en noviembre.
El club no ha dado a conocer el plan de trabajo para el resto de la semana, aunque es de esperar que el técnico catalán programe alguna sesión doble de cara a la puesta a punto para el inicio.