El portero del filial reapareció ayer tras superar una grave lesión de rodilla
24 sep 2020 . Actualizado a las 21:06 h.En el minuto 70 del Celta B-Rayo Majadahonda del 13 de octubre del año pasado, el portero Álvaro Fernández Calvo se retiraba lesionado de su tercer partido con el filial celeste, al que había llegado ese verano. Desde el primer momento se temió que fuera una lesión grave y a los pocos días se confirmaban los pronósticos: rotura en el ligamento cruzado anterior de la pierna izquierda. 345 días después, ayer reapareció en el amistoso frente al Arousa, disputando la recta final.
El jugador, que durante este tiempo ha mostrado en más de una ocasión cómo se esforzaba en el proceso de recuperación, también quiso compartir cómo se sintió en su vuelta y agradecer a todos los que han estado a su lado en ese período. «Y sí, hoy pongo punto y final a este obstáculo que el fútbol quiso poner en mi vida y que parecía que nunca terminaría, pero 345 días después volví, y más fuerte que nunca», comienza el texto publicado en sus redes sociales.
Álvaro expresa que ha estado casi un año apartado y lejos de su gente, de su equipo, sus compañeros y, sobre todo, de lo que más ama en esta vida, jugar al fútbol», indica. «Superé un largo camino. Fueron miles de horas de mucho dolor, sufrimiento, trabajo, desesperación, miedo y muchas otras cosas por las que pasas en tanto tiempo, pero a la vez fue un gran aprendizaje», analiza. Por eso ha llegado a la conclusión de que «no todo fue malo, al revés. «Fue mucho lo que aprendí. También reí, disfruté, hice grandes amigos y, sobre todo, aprendí a valorar cada día que estás en el campo por todos los muchos que no pude estar», recalca.
Lo vivido, continúa le ha hecho sentirse mejor futbolista y persona, así como tomar conciencia de que «no hay nada imposible y de todo se sale por difícil que parezca». «Hoy es un día para decir gracias, porque sin ellos no estaría de vuelta», indica antes de mencionar al doctor Cota, que le operó, y a los miembros del cuerpo médico, Fran, Vidal y Manu, «que ahora son grandes amigos» y a los que siente que debe todo por «cada momento, esfuerzo y trabajo» que han dedicado a que él sea feliz. Menciona, asimismo, a compañeros, cuerpo y técnico y todos los empleados del club que han puesto su granito de arena.
Tiene palabras también para el club por confiar siempre en él, a su familia, amigos, agentes y a todos aquellos que se han preocupado por él en este tiempo. «Gracias de corazón. Nunca lo olvidaré. Estoy de vuelta».