Aspas sigue a rebufo de Ansu Fati en la carrera por convencer a Luis Enrique

la voz VIGO

GRADA DE RÍO

Xoán Carlos Gil

02 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El Barça de Messi está mutando en el de Ansu Fati. Una aseveración que alguno se resiste a decir en alto, pero que el guineano se empeña en acentuar a base de goles. El tempranero tanto del menor de edad encarriló un partido que levantó un muro para el Celta, porque otro de los nuevos nombres propios culés, Ronald Koeman, le da a su equipo un punto de sobriedad que multiplica el valor de sus anotaciones.

Aunque el astro argentino tardó en aparecer, cuando su equipo se quedó por diez por la expulsión de Lenglet -acarreó el cambio de un Griezzman otra vez desapercibido-, revitalizó a su equipo y fue crucial en el segundo gol, pese al infortunio de Olaza.

En un partido de estas características, además de esos golpes de fortuna puntuales, es necesaria la chispa de Iago Aspas y Emre Mor. El de Moaña siempre ha sido del agrado de Luis Enrique y su inicio de Liga debe llevarlo a vestir de nuevo la Roja. Esta vez, sin embargo, no sumó puntos, como el turco-danés, poco prolífico con el balón en los pies.

El día que el «elegido» Ansu Fati puso otro ladrillo a su futuro, la pólvora celeste brilló por su ausencia. Denís Suárez aún no desequilibra y las alternativas en los cambios para Nolito y Santi Mina brillaron por su ausencia, incluso contando con la superioridad numérica.

La proyección ofensiva desde los laterales tampoco fue eficaz y lo que parecía una segunda parte propicia, tras la expulsión de Lenglet, fue la constatación de que a los grandes -y al Barça en particular- se le caen los goles de las manos. La construcción céltica sigue pendiente de los aguijonazos.