Problemas más allá del banquillo

la voz VIGO

GRADA DE RÍO

Xoán Carlos Gil

Después de dos años y medio malos, la crisis del Celta parece estructural y va más allá de cambiar de entrenador al menos una vez por temporada

28 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A Mohamed le venía grande el traje, Cardoso se quedaba en la teoría, Escribá no daba el perfil Celta y los suspiros de hace un año por Óscar García se convirtieron en dudas. El Celta lleva cuatro entrenadores en poco más de dos temporadas y ninguno de ellos ha conseguido llevar al equipo al puerto de abrigo. Quizás, llegados a este punto, el problema del Celta sea más estructural que de banquillo. Algún intangible que sumar a la mala planificación deportiva de los últimos años con muchos cromos repetidos y ausencia total de recambios en determinados puestos como el de delantero centro. Esa parece la realidad de un equipo que se ha acostumbrado a vivir con cada técnico en el ojo del huracán.

Óscar García manifestó en Villarreal su deseo de mirar hacia adelante, de comenzar a destacar lo bueno que tiene el equipo y de evitar polémicas que le resten energías. Lo hizo el día después de dar un golpe sobre la mesa dejando claros sus puntos de vista e incidiendo en las carencias que tiene el equipo. También su firme compromiso con cumplir el objetivo de la permanencia.

El catalán, diferencias aparte, se está comportando como un hombre de club. Potenciando a cuanto canterano ha demostrado nivel para poder asentarse en el primer equipo, dándoles minutos e incluso creando programas individuales y específicos para su progresión. En El Madrigal hasta ocho jugadores formados en A Madroa tuvieron minutos y siete coincidieron en el campo en la segunda mitad. Pero del mismo modo también dejó claro que ellos, los más jóvenes, están para ayudar, no para asumir la responsabilidad de otros.

Además, aunque con lagunas para olvidar como el primer tiempo de Villarreal, el Celta tiene un idea de juego con mucho con pulir: la presión alta, la posesión de balón, la verticalidad y el vértigo son sus principales aliados, pero necesita mejorar en las dos áreas. Once tiros ante el Levante a domicilio no están nada mal, pero el acierto no puede esperar y de eso el equipo está bastante escaso: es el menos goleador de la categoría.

Hasta la fecha Óscar García no ha recibido ningún ultimátum y todo el ruido de sables le llega desde fuera. El catalán se siente con ganas de superar con nota el reto pese a las dificultades, para cambiar la dinámica de las últimas temporadas y justo en un tramo que históricamente se ha convertido en letal para los inquilinos del banquillo, aunque serán los resultados los que dictarán sentencia.

Pero más allá del debate sobre el futuro de Óscar García, el Celta necesita hacer uno más profundo: ¿Por qué los dos primeros equipos de la entidad han sufrido tanto en los últimos años? (el filial superó un play out dos cursos atrás), ¿por qué el banquillo del primer equipo está lleno de costosos jugadores como Okay o Emre Mor?, ¿por qué el límite salarial no alcanza pese a llevar a cabo una gestión económica ejemplar?, ¿por qué un buen número de equipos con menos potencial tienen mejores prestaciones?

Demasiadas dudas en una filosofía de club que parecen ir mucho más allá del entrenador de turno. Marcelino García Toral, otra vieja aspiraciones celeste, es el nombre que más ha sonado como alternativa a Óscar, pero más allá de su prohibitivo caché y de las condiciones que pudiera plantear el asturiano, está el resultado final.

El Celta no puede seguir jugando con fuego a lo Zaragoza porque los maños terminaron quemándose y todavía hoy no han curado sus heridas en el infierno de Segunda. Quizás haya llegado el momento de una revisión total del modelo. Lo del entrenador es un parche.