El partido que marca el futuro

La Voz VIGO

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El Celta, que lleva seis jornadas sin ganar, afronta un duelo vital ante un rival directo y con Óscar García jugándose la continuidad en el banquillo vigués

06 nov 2020 . Actualizado a las 08:40 h.

Óscar García se enfrenta hoy a su destino. El mes de noviembre se ha convertido en la guillotina de los entrenadores en el Celta y el catalán necesita un triunfo en Elche que prolongue su esperanza de vida en Vigo. Los seis partidos sin ganar, con dos puntos de 18 posibles, pesan como una losa y han colocado al equipo al borde del precipicio. Por eso un nuevo revés ante un rival directo daría carta blanca a un nuevo cambio de inquilino en un banquillo que ya casi se ha olvidado del concepto temporada entera.

Del incendio sobre la capitanía de Hugo Mallo y de los mensajes de Óscar García con destinatario en la planta noble quedan cenizas, que deben ser aprovechadas para prender la llama de la recuperación. El entrenador, con ánimo conciliador, incluyó en la convocatoria a Hugo Mallo y habló de la necesidad colectiva de recuperar la mejor versión del marinense.

Sin embargo, el que fue capitán hasta la semana pasada no apunta a un once titular en donde recuperar la defensa de cinco parece una posibilidad muy real aunque, paradojas del fútbol, el Celta nunca ha ganado con el sistema con el que mejor se encuentra en teoría.

Esa apuesta metería en el campo a los tres centrales con los que cuenta Óscar García, habida cuenta de que Fontán está sancionado, y devolverá a la titularidad a Olaza tras su paso por el banquillo del pasado domingo. En el trivote del centro del campo, Beltrán podría regresar, igual que Santi Mina en ataque para escoltar a Iago Aspas en un 5-3-2.

Pero alcanzado este punto de la crisis, ya poco importa el dibujo e incluso los protagonistas. Después del pésimo encuentro ante la Real Sociedad, el Celta está obligado a dar un golpe sobre la mesa, aunque sea a domicilio y ante un rival que ha regresado a la categoría con la clara intención de quedarse y que ya suma 10 puntos pese a llevar dos partidos menos que los vigueses.

Una situación que obliga a reivindicarse al conjunto vigués, más unido que nunca según indicó Óscar García. Quizás sea un buen momento para que el Celta sea aquello que predica: presión alta, verticalidad y protagonismo, conceptos que han ido desapareciendo a medida que la crisis aumentaba.

En esta ocasión, y si finalmente apuesta por el 5-3-2, se encontrará a un rival que repetirá la misma apuesta, con carrileros largos y con dos puntas para intentar aprovechar sus opciones en ataque. Uno de ellos será Boyé, con un irrelevante paso por el Celta como cedido en su día, pero esta temporada los ex se están enseñando con los vigueses.

El curso pasado, en una situación un tanto similar, cayó Fran Escribá. Ahora se la juega Óscar García, un viejo deseo que un año después está en el alambre.