El jugador que convierte la pausa en arte

Julio Álvarez- Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

M.MORALEJO

Aspas traslada al campo su visión de juego en el momento justo

01 dic 2020 . Actualizado a las 10:48 h.

Talento y atrevimiento se aliaron en la tarde del domingo para dar como resultado una victoria tan necesaria como justa. Los vigueses, olvidándose de la delicada situación clasificatoria, salieron sin complejos a por el rival, obligándole a defenderse durante 45 minutos y encontrando en su jugador referencia el factor diferencial cuando más se había igualado el choque. Un partido que devuelve la alegría a equipo y afición transmitiendo la idea de que todavía esto puede ser mejor.

El Celta salió con presión alta y despliegue físico. Estuvo corto en defensa y corto en ataque, lo que le permitió robar rápido y asociarse para circular con rapidez y verticalidad. Los vigueses buscaron los espacios entre mediocentros y centrales para recibir por dentro y salir por fuera o bien girar, para buscar la ruptura sobre los centrales. El rival no sabía si perseguir o guardar la posición y estas dudas las interpretaron perfectamente los celestes, primero con Brais y Nolito y luego con los desmarques de apoyo de Aspas entre líneas. El juego ofensivo del Celta fue eficaz en la generación de múltiples oportunidades, pero fue insuficiente en su definición de cara a gol.

Lo que aportó y aporta Aspas a este equipo está fuera de toda duda, no ya solo con goles y liderazgo, sino incluso en cómo hace jugar a sus compañeros. Cualquier calificativo superlativo valdría para definir a un jugador que convierte en arte la pausa y la toma de decisiones. La pausa para congelar el momento, para analizar, para dejar llegar a sus compañeros, ese instante fugaz de preparación de la posterior toma de decisión. Cuando por fin llega ese preciso momento de ejecución, además es capaz de trasladar al campo su visión del juego en el momento justo y ejecutar de manera eficiente. Estos dos aspectos tan difíciles de entrenar, de mejorar y que solo se explican con el talento fueron suficientes para desarbolar a un Granada que no encontró la forma de pararlo.

Porque los visitantes se quedaron a medias en su ataque a los puntos débiles celestes. El posicionamiento defensivo de riesgo de los vigueses debe ajustar las vigilancias defensivas y ofensivas sobre todo cuando el rival logra salir de la presión o cuando se produce una perdida inesperada en medio campo con le como sucedió en el gol visitante. La presión además de ser ordenada debe articular las suficientes ayudas defensivas para evitar desajustes en la última línea defensiva. También serán necesarias alternativas a los metros que tienen que defender los interiores tanto en amplitud como en profundidad. El rival apenas incorporó a los carrileros al ataque y tampoco buscó con cambios de orientación los espacios defensivos dejados por los vigueses y esto ayudó.

Otro de los cambios notorios apreciados en estos dos partidos está en la dirección del equipo. Coudet, al contrario que su predecesor, parece apostar por un once base y por un modelo de juego definido. Una forma de jugar atrevida, arriesgada y vertical pero que potencia virtudes en los célticos. Y eso, sobre todo, lo disfruta Aspas, jugador referencia que se maneja como pez en el agua en las transiciones. Tal vez el equipo deberá reforzar el trabajo físico, porque como se vio en la segunda parte ,cuando el cansancio hace mella, el equipo se alarga y a los vigueses les cuesta mucho más asociarse y robar en campo contrario. Tiempo al tiempo, aunque esto parece tener otra cara.