La afición volvió a tener un papel protagonista en la web
31 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El celtismo volvió a ser en el 2020 una parte fundamental de Grada de Río. Aparte de la atención a las iniciativas y opiniones de las peñas y demás aficionados, se volvieron a recoger multitud de historias de pasión por el Celta por parte de personas de diferentes edades y orígenes. Estas fueron algunas de ellas:
- Los nuevos bebés celtistas que esperaban sus carnés. Varios padres y madres que pretendían hacer abonados del Celta a sus hijos recién nacidos hablaban de su espera para poder hacerlo debido a que la pandemia retrasó la campaña de abonados. Celtistas desde la cuna.
- «Soy fiel a mis hijos, a mis nietos y al Celta». Itos Arce Conde es abuela, madre, esposa, hija y nieta de celtistas y aficionada al club desde una época en que las mujeres escaseaban en Balaídos. Hablaba de los inicios de su celtismo y de cómo lo había ido viviendo en un reportaje publicado con motivo del Día de la Mujer.
- El guionista andaluz enamorado del Celta. Antonio Hernández Centeno, que se hizo celtista a raíz de una relación sentimental, es el responsable de los guiños al equipo en la serie Vivir sin permiso de Telecinco. Compartía cómo comenzó y fue creciendo luego su simpatía por el equipo.
- 39 años de vida y de socio: «Lo nuestro es una pasión incurable». A Manuel Fernández González su padre le abonó al Celta al nacer y él, que renueva año tras año, lo ha repetido con sus dos hijos. Fue uno de los aficionados que llevan toda su vida como socios y que lo contaron con motivo del 97 aniversario del club.
- Sorpresa celeste de la policía de Ribeira para celebrar el cumpleaños de Uxía. Agentes acudieron a casa de una niña de la localidad de Ribeira en su aniversario al ritmo del Himno del Celta. Formaba parte de las celebraciones que se organizaron en multitud de municipios de Galicia durante el tiempo que se prolongó el confinamiento.
- 25 años de celtismo que comenzó en la incubadora. Las mellizas Marta y Rebeca Tizón han sido abonadas del Celta ininterrumpidamente desde que nacieron y ya han superado el cuarto de siglo como abonadas del club de sus vidas. También lo contaban.
- El mensaje de Aspas que unió a un padre y su hijo que llevban dos meses sin poder verse. Fernando Aranda logró la felicitación de Iago para su niño con motivo de su sexto cumpleaños en un momento en que el estado de alarma impidía ver al vivir el pequeño en Salamanca.
- Celtismo desde Paysandú mucho antes de Maxi. Emiliano Seijo, nieto de gallegos emigrados, vive su pasión por el Celta en la distancia desde la localidad natal del excéltico Maxi Gómez. Pero su afición nació mucho antes del fichaje del ahora jugador del Valencia.
- El amago de graduación de un celtista italiano con la camiseta de Aspas. Tommaso Cherubini se aficionó al Celta en la época de Berizzo en el banquillo pese a haber nacido en Italia y no tener ningún tipo de vinculación con Galicia. Una foto suya con la camiseta de Iago Aspas puesta antes de graduarse fue muy aplaudida por el celtismo en Twitter.
- Afouteza en hospitales de Alicante y Burgos. Dos peñistas del Celta que son sanitarios, David García (Célticos do Sudeste) y Óscar Páez (Burgalegos) contaban sus experiencias en la lucha contra el coronavirus.
- 6.000 kilómetros en autobús en un mes movido por la pasión celeste. Poco antes de que se declarara la pandemia, a principios de marzo, Sergio Otero estuvo en Mestalla, Bernabéu y Los Cármenes para arropar al Celta, muchos kilómeros en poco tiempo para poder arropar al equipo.
- El nieto del excéltico Pedrito que contagia celtismo en Cádiz. El gaditano Iker González heredó la afición por el Celta de su abuelo, vinculado al club como jugador y entrenador durante años.
- «Hugo le dijo a mi padre que a ver si se conocen en Balaídos». Santiago Montenegro compartía la experiencia de su progenitor, socio histórico de 81 años que vive solo y recibió la llamada del capitán del Celta, Hugo Mallo, como parte de la iniciativa del club de que los jugadores telefonearan a abonados mayores.
- «No te imaginas llegar a esta edad y que se acuerden de ti». Cándida Quiroga, de 84 años, fue otra de las abonadas históricas que recibió la llamada de un jugador del Celta, Néstor: «Fue precioso... y me preguntó si podía volver a llamarme».
- Arroyo de la Luz, el pueblo extremeño donde se ha colado el celtismo. Un grupo de amigos empezaron con la broma a finales de los 90 y ahora la simpatía por el Celta se ha extendido en el municipio.
- La misma sensación a los 73 y a los 9 .Un abuelo con su nieto y una niña con su padre celebraron el empate del Celta en su primera visita al Bernabéu y relataban cómo lo habían vivido.
- Celtista en Albacete sin saber por qué. Juanma Azorín es uno de esos aficionados al Celta sin ningún vínculo con Galicia, pero celtista hasta la médula sin motivo aparente.
- Celtismo nacido en Argentina con el transistor del abuelo. Agustín Crivelli nunca ha pisado Galicia, pero su abuelo baionés, que murió cuando él tenía ocho años, le transmitió su pasión.
- «Nací un 23 de agosto y mi segunda palabra fue Celta». Sheila López, abonada desde que nació, sopló 20 velas el mismo día que el club celebra 97 años. De familia celtista, el carné de socia siempre ha sido su regalo de cumpleaños.
- La dosis diaria de celtismo de los vecinos de Martín Echegaray. Durante todo el confinamiento, los vecinos de la calle Martín Echegaray, próxima al estadio de Balaídos, entonaban la Rianxeira y el Himno do Celta tras el aplauso sanitario en lo que se convirtió en un ritual a lo largo de las semanas más duras de la pandemia.