Los nervios en la calle del Príncipe

GRADA DE RÍO

Jose Manuel Vidal.

21 ene 2021 . Actualizado a las 21:41 h.

No sabemos si habrá retumbado al descanso el vestuario del Villamarín como sonó el de Can Misses de Ibiza cuando el Celta entró en barrena. Los gritos de Coudet se percibían fuera. Le tuvo que escocer ver en Sevilla la incapacidad para reaccionar defensivamente a dos pérdidas de balón -una de Emre y otra de Denis- tras un inicio fulgurante. Luego, el Celta se fue diluyendo hasta un tímido arreón final.

En la calle del Príncipe, los pasillos que habían recuperado una calma inédita en los últimos años, son otra vez un río revuelto. El técnico ya reclama en público fichajes imprescindibles y el club transmite que tiene que llevarse antes por delante a Costas o a Sáenz. Sigue enredado en cómo desentenderse de la cesión del canario con el Valencia, que le ha llegado a preguntar también por Okay vista la desesperación ajena y lo hábiles que han estado en el último negocio juntos, a la vez que afilan los cuchillos con David. Nos radiarán cada opción que se le presente, mayor o menor. No sé si pretenden que le hagamos también nosotros un escrache, en lugar de solucionar las cosas como en un país civilizado, en el que los trabajadores, este además criado en su casa, tienen derecho a reclamar lo que les has firmado. Nunca sabes la dimensión que puede alcanzar uno en un divorcio.

El de Quique Setién y Leo Messi tuvo al Celta como invitado de honor. Ha contado Eder Sarabia -el que fuera ayudante del técnico cántabro- que la trifulca se montó en el vestuario de Balaídos durante el descanso del partido que disputaron el pasado mes de junio. «Hay momentos en los partidos en los que hay tensión, no vamos a negar que en el vestuario se discute. En aquel famoso tiempo intermedio en Vigo pasó lo que pasó». Y lo que pasó es que Setién, que entendía que Messi se estaba pasando por el forro sus indicaciones y las de Sarabia, le acabó espetando al argentino, a voz en grito, aquella lapidaria frase: «Si no te gusta lo que digo, ahí tienes la puerta». No estuvo mal como preludio.

Las trampas del destino son impredecibles. Cerramos el 2020 con el compañero Antonio Estévez cantando las maravillas de Iago Aspas y un Celta disparado como un cañón. Y aquí estamos, sin una sola victoria en el 2021, y echando tanto, tanto, tanto de menos.