
El Atlético renunció a su último entrenamiento y a la concentración prevista en un hotel. Lemar y Herrera acababan de dar positivo en covid. Sumaban seis —por más que a Carrasco se le concediese el alta horas antes— en apenas unos días. No conviene entrenar, no conviene irse a un hotel, pero se puede jugar. Cuesta comprenderlo. Tras enfrentarse al Valencia, el pasado 24 de enero, Carrasco y Hermoso fueron los primeros en caer. Curiosamente, el Valencia comunicó también un positivo: Gameiro, que había estado en el encuentro, pasó a ser baja. Y unas horas después, un segundo caso. Coincidencias del destino, seguro.
En noviembre, antes de jugar contra la Real Sociedad, el Granada sumó diez positivos. Tebas decía en mayo que era imposible juntar cinco. Los nazaríes, con solo siete futbolistas del primer plantel libres del bicho, pidieron aplazarlo. En su respuesta, además de achacarles el incumplimiento del protocolo, la Liga replicó que con cinco jugadores de la primera plantilla era suficiente para competir. Le faltó añadir en la posdata: os sobran dos.
En ese comunicado, dice la patronal que «se considera un brote cuando se dé cualquier agrupación de 3 o más casos con infección activa y detección simultánea o cercana en el tiempo (72 horas), en los que haya indicios lógicos». No lo sé, Rick, pero diría que lo del Atleti, pese a ir cayendo de dos en dos por encima de esas horas, pinta a brote. Los clubes sabrán lo que han firmado, y a qué precio. Y el Celta puede cruzar los dedos esta noche en el Metropolitano para que nadie lo haya pagado.