La Mina de Santi, tres mosqueteros y un jarrón de ocho millones

GRADA DE RÍO

Óscar Vázquez

13 feb 2021 . Actualizado a las 00:29 h.

Nolito y Santi Mina llevaban tiempo debajo de un diente. Al primero se le extrañaba su mejor versión, que bien sabíamos que la tiene, y al segundo los goles. Un delantero sin goles es una pérdida de tiempo. Nolito asistió, por dos veces, en dos tiralíneas por los que ya hubiese valido la pena pagar la entrada. Ese rato en el que el Celta se abonó al fútbol de salón. Y Mina anotó, también por duplicado, para machacar el sambenito. Podrán decir sus detractores que hasta un reloj estropeado acierta dos veces al día. Pero tendrán que admitir que los tres puntos llevan, esta vez, su autógrafo. El segundo de Santi, Cifu mediante, es un chicharrazo. Solari ya viene a sumar en lo que más escaso andaba este Celta. Y Santi empieza a ser una Mina.

Este once, que ya se recita con soltura, tiene además tres piezas fundamentales para que carbure al mejor nivel: Iago Aspas, que hasta cuando está discreto es diferencial; Renato Tapia, la mayor mosca cojonera que hemos visto en mucho tiempo, y Denis Suárez. Los dos primeros tienen ya un consenso militante del celtismo a prueba de bombardeos.

A Denis se le sigue achacando, a veces, más el error que los aciertos. Ha perdido balones comprometidos, que han acabado costando gol y dejándolo retratado. Pero los ha palmado porque se atreve a llevar la pelota más allá de su demarcación y se ofrece siempre. Es el sexto mejor futbolista de las grandes ligas europeas en la conjugación de los pases progresivos —aquellos que traspasan una línea— y los duelos defensivos ganados. Justo lo que le pedimos que haga. Si no asumiera ese riesgo —los riesgos sabemos que conllevan su penitencia—, el Celta tendría una avería permanente en la sala de máquinas.

Ocurre con Beltrán. Ese pelotero al que cuesta un mundo dedicarle medio reproche, por su intachable compostura, pero que sigue sin dejarnos claro, a mí al menos, en qué posición debe jugar con una propuesta como la del Chacho. De interior ya vimos que le cuesta demasiado. Como relevo de Denis, tampoco presenta credenciales. No es capaz de superar líneas. Y en la plaza de Tapia —en la que más destacó en el Rayo— no termina de afianzarse. Fran es como un delicado jarrón de ocho millones de euros que mimas pero que no sabes muy bien dónde poner.

Nos pasa un poco con este Celta. No tenemos muy claro qué hacer con él en la tabla. Nos basta con que no nos deprima lo de los últimos años. Nos basta con estas ganas de que llegue el siguiente partido.