Llegó al Rápido Bahía como benjamín de la mano de su hermano Manuel, también portero, y conquistó a Toni Otero un año después en un torneo
10 abr 2021 . Actualizado a las 13:34 h.Manuel Villar jugaba de portero con los modestos del Rápido de Bahía, en Segunda Autonómica, y su hermano pequeño Iván lo seguía todo lo que le dejaban. «Tenía seis años, venía a los entrenamientos y lo llevábamos con nosotros en el autobús a los partidos», recuerda Carlos Bacelar, por aquel entonces directivo y luego presidente del club. Iván estudiaba primaria en el Sagrada Familia de Aldán —el mismo colegio en el que quince años antes compartieron promoción David Cal y Teresa Portela— y jugaba al futbito con sus compañeros de clase. Siendo benjamín, quiso empezar a hacerlo, como su hermano, en el campo de San Amaro. Se fueron con él varios amigos del colegio.
Iván pensaba solo en divertirse pero no tardó en llamar la atención. «Es un chaval especial. Para sacarle las palabras había que hacerlo con alicates, pero cuando estaba en el campo era el que más hablaba. Se transformaba por completo, le gustaba mandar sobre el juego. Se relacionaba con niños de más edad, siempre tuvo la madurez de un niño con cuatro o cinco años más», recuerda Bacelar. Carlos Bermúdez, «Xouba» para los allegados, jugaba con Manuel Villar en el equipo sénior y entrenaba al de categoría alevín. «Iván siempre tuvo muy claro que quería ser portero como su hermano, que ya lo enseñaba desde pequeñito».
«Lo poníamos con los mayores»
La evolución de Iván fue meteórica. Al acabar la temporada, en mayo, el Rápido Bahía organizó un torneo alevín de fútbol 7 al que acudieron equipos de toda Galicia, entre ellos el Celta. «Decidí llamarlo para que se viniera con nosotros. Aunque seguía siendo benjamín, tenía unas condiciones tremendas y lo poníamos muchas veces con los mayores. Al final tuvo bastantes minutos», recuerda Bermúdez. Con los de A Madroa en aquel torneo estaba Toni Otero, que ya trabajaba para las categorías base. «En una semifinal paró cuatro penaltis y se lo llevaron», rememora Bacelar. El técnico corrobora la inmediatez: «Fue acabar el partido y ya vino directo Toni a preguntarme por él».
Otero era el encargado entonces de captar a los futbolistas en edad temprana para el Celta. «Me llamó muchísimo la atención Iván en aquel torneo. Me encantó. Al acabar hablé ya con los del Bahía, con los que tenía una gran relación, para que se viniera a entrenar con nosotros». Y así acabó sucediendo.
«Era cuestión de arreglarlo»
El Celta no contaba con equipo benjamín pero el joven Villar acudió a varias sesiones en A Madroa. «Venía un día o dos a la semana. Era delgadito y pequeñito, no destacaba por su estatura como sucede ahora, pero era muy ágil y decidía muy bien. Yo lo tuve claro, había que apostar y nos decidimos. Ya era solo cuestión de cómo arreglarlo». En su primera temporada al frente de la dirección de la cantera celeste —en la que relevó a Javier Maté— Toni Otero le firmó a Iván Villar su primer contrato con el Celta, al que se incorporó definitivamente en categoría alevín.
«Nosotros tratamos de convencer a los chavales de que se queden cuando viene otro club del mismo nivel prometiendo esto o lo otro. Cuando llega el Celta, o un club de esa envergadura, no puedes poner ningún problema. ¿Qué vas a hacer, frenarles la carrera a los chavales?, señala Bacelar, que ya había asumido la presidencia el día que Villar se marchó.
La preocupación de su madre
Cuando el Celta le tiró la caña, la madre de Iván puso sobre la mesa su mayor preocupación. «Insistía mucho en que no quería que le perjudicara en los estudios, es una obsesión que tenía», rememora Toni Otero.
El pequeño de los Villar cursa actualmente en Pontevedra el tercer curso del Grado de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
«Lo traía cada día conmigo de vuelta a casa para que se pudiera entrenar en A Madroa»
Toni Otero fue clave en la carrera de Iván Villar. No solo porque suya fue la intención primero, y la decisión después, de llevarlo al Celta. También por el papel que tuvo para que siendo niño pudiera completar los desplazamientos hasta Vigo para entrenarse.
«Yo jugaba por aquel entonces en el Alondras e iba cada día a A Madroa a buscarlo. Lo traía conmigo de vuelta a su casa, en Areacova, después de entrenar. Solía llevarlo su hermano Manuel y lo iba a recoger yo. Hemos pasado muchas horas juntos. Me tiene un cariño especial y yo se lo tengo a él». Otero fue el encargado también de acompañarlo cuando fue convocado por la selección española. «Le quedan cosas por mejorar, pero tiene una gran personalidad en el campo y solo 23 años».
«Lo mejor que tiene Iván es su juego con los pies. Es diestro, pero maneja las dos piernas, lo ves desplazar el balón con la izquierda y es una locura. En esa faceta, para mí está entre los mejores de la Liga con Ter Stegen», dice Carlos Bermúdez.
El club de Aldán cobró más de 5.000 euros cuando el meta fue cedido un año al Levante
En Aldán no han perdido comba de cada paso que ha ido dando Iván Villar hasta defender la portería del Celta en Primera División. «Para nosotros no solo es un orgullo enorme saber que ha salido del Rápido Bahía, es que además el club ha salido beneficiado económicamente. Cuando se fue cedido al Levante, la federación nos llamó para decirnos que teníamos derecho a cobrar una cantidad por derechos de formación. Nos pagaron entonces más de 5.000 euros que, para un club humilde como el nuestro, es dinero», rememora Bacelar, vinculado durante décadas al club de O Morrazo. «Si en un futuro sale del Celta, volveremos a cobrar una cantidad por él».
«Siguió viniendo a San Amaro»
A Villar, su marcha del Bahía no le hizo olvidar sus raíces. «Era ya profesional con el Celta y continuó viniendo siempre que podía a San Amaro a ver a sus amigos, que seguían jugando», alaba Bermúdez. «Sigue en su pueblo y con su gente, es el mismo tío humilde que llegó aquí siendo un niño».