Demostración de personalidad

Julio Á. Buyllla VIGO

GRADA DE RÍO

Lavandeira

08 abr 2022 . Actualizado a las 21:14 h.

Dicen que no es el sentido de la vista el que nos engaña, sino que es el cerebro el que traduce e interpreta lo que nuestros ojos perciben. La velocidad del juego, la perspectiva, las interferencias visuales son imponderables que dificultan la capacidad de acierto de quienes tienen que tomar decisiones disciplinarias sobre el juego: los árbitros. Y con el loable objetivo de purificar la competición nació el VAR.

Está claro que no es posible videoarbitrar todas las acciones de un partido, pero la ambigua situación actual que discrimina las acciones en las que debe actúa el VAR solo en función de si es un error claro o manifiesto genera un amplio abanico de dudas y polémica que básicamente ha sustituido el error de apreciación arbitral del pasado por la presente polémica sobre cuándo se debe creer que ojos y cerebro del árbitro perciben lo mismo y no deben requerir ayuda externa. Porque como no es lo mismo contactar que ser contactado ni es lo mismo derribar que buscar ser derribado, tal vez la decisión de González Fuertes hubiese cambiado al ver las imágenes… o no.

Eduardo Coudet ha dejado claro que quiere gente en el campo sin atisbo de dudas sobre su rendimiento y que quien durante la semana no tiene continuidad en los entrenamientos es susceptible de salir del once por lo que los cambios iniciales no sorprendieron. Tan claro, si cabe, es que el argentino no cambia su propuesta de juego volviendo a plantear el partido sin ningún tipo de complejos. Presión alta y verticalidad son las señas de identidad de un equipo que no especula ni recibiendo al líder de la Liga. Los rivales lo saben y, sobre todo, los equipos con posición más noble en la clasificación se protegen evitando los duelos de ida y vuelta. Ejemplos este año ya hemos tenido unos cuantos.

El Real Madrid buscó la presión alta, pero los vigueses de la mano de Denis Suárez y en mayor medida de Fran Beltrán eran capaces de recibir y posteriormente saltar esa línea de presión para contactar con Iago Aspas y los interiores. El Celta fue superior en el centro del campo y volvió a engañar al rival juntándose por dentro para sorprender por fuera con un entonado Kevin Vázquez y, sobre todo, con un Javi Galán que cada partido que pasa recibe más arriba generando más peligro.

El lateral extremeño gana en protagonismo ofensivo y el sábado desquició por su lado a Lucas y Asensio obligando a Ancelotti a cambiar toda su banda diestra tras el gol de Nolito. Gol de manual en seis pases. Mientras, el Celta llegaba sobre todo aprovechando que Aspas recibía en soledad ante un desbordado Casemiro que tampoco contaba con la ayuda de sus compañeros, el Real Madrid se agazapaba para sorprender a la contra hasta que primero Rodrygo y luego Mendy fueron «supuestamente» derribados por Jeison Murillo y Kevin.

El resultado del doble duelo entre Matías Dituro y Benzema dejó entrever a un Celta con personalidad que fue capaz de imponer su juego incluso ante circunstancias en las que mantener la claridad de ideas no era materia sencilla. La impresión de que el equipo consolida su juego transmitiendo una imagen muy distinta a la del comienzo de liga está ahí, pero como de ganar y de sumar puntos va este juego, ahora, además de sensaciones, hay que pensar en volver a ganar.