Míriam Vázquez Fraga
Se hace llamar Chema, tiene 42 años y es un apasionado del Celta. Nada fuera de lo común hasta ahí. Con la diferencia de que detrás de ese nombre se esconde Shimpei Shimada, japonés con más de 20 años de celtismo a sus espaldas, desde que un gol de Mostovoi al Real Madrid en la temporada 1997/1998 en Balaídos le cautivó a más de 10.000 kilómetros -«me impresionó muchísimo», recuerda-. Y nació un sentimiento que perdura hasta hoy, cuando reside por razones laborales en Colombia. Pero no siempre ha vivido en celtismo en la distancia.