
El Celta no fue capaz de enlazar tres o cuatro pases seguidos en la primera mitad y el caudal ofensivo fue escaso o nulo. En la segunda, sobre todo tras la entrada de Iago Aspas y de Strand Larsen, sí que tuvo alguna opción y, por empuje, pudo estar más cerca de algo. De hecho, el gol, aunque tarde, les da algo de premio; pero, sinceramente, yo creo que aún así le faltó mucho para pasar la eliminatoria.
Cuando vienes de perder en Liga y te meten un gol tan pronto, en un fallo individual, te condiciona muchísimo. Ya de por sí la eliminatoria parecía inclinada hacia la Real Sociedad y si te hacen un gol en el minuto uno pues te cuesta muchísimo más. Además, justo cuando el Celta parecía sentirse más cómodo, cuando acababa de entrar Iago en el campo, viendo al equipo que parecía que tenía unas ilusiones renovadas, pues te hacen ese segundo gol en la contra y ya solo te queda la heroica. Apretar más de corazón que con el sentido del juego.
En la primera mitad, que es cuando vimos al peor Celta, fallaron varias cosas. El gol encajado te condiciona mucho, pero es que el equipo nunca se encontró cómodo. La presión alta de la Real Sociedad hizo que el Celta no fuese capaz de dar cuatro pases seguidos y progresar a campo rival. El no tener el balón y no ser capaces de crecer en base a él le puso todo cuesta arriba. La Real Sociedad, al margen de toda la calidad que tiene en el campo, es un equipo aguerrido, muy agresivo en los duelos, y se los llevó prácticamente todos en esos primeros 45 minutos. Los choques siempre les favorecían y se veía en el balón de parado, cuando cada saque de banda o córner los ganaban. Por ahí, el Celta no anduvo fino en esas segundas jugadas y le pesó muchísimo. Al final, derrota, y es una pena que en el año del Centenario el sueño de la Copa se quede en los cuartos de final.