La familia catalana que hace kilómetros con el Celta casi cada fin de semana

LA VOZ VIGO

GRADA DE RÍO

Ángel Rodríguez Izquierdo, de ascendencia gallega, heredó el celtismo de su abuelo y se lo ha transmitido a su mujer e hijos

01 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Si el radio no supera los 600 kilómetros, raro es el fin de semana en que Ángel se desplazan tanto a Vigo al menos una vez al mes como a los partidos a domicilio del equipo; máxime si, como el de este sábado en Girona, son en Cataluña. Los cuatro estarán arropando al equipo en las gradas de Montilivi.

Los padres de Ángel son gallegos y se fueron a trabajar a Barcelona de jóvenes. «Mi padre es de Lugo, pero mi madre es de Vigo de toda la vida. Mi bisabuelo era conocido porque tenían la fábrica de chocolates Izquierdo», contextualiza. Ángel siempre jugó al fútbol y fue aficionado, iba alguna vez a ver al Barça, pero no le «llenaba como Balaídos». «Al tener familia en Vigo, iba cada verano, he pasado allí todos los de mi vida y, de hecho, ahora mis padres vuelven a vivir allí. Mi abuelo Victorio me llevaba a Balaídos y me guardaba recortes de periódico. Así me hice del Celta», relata este aficionado de 46 años.

Rememora que de niño sorprendió a propios y extraños al pedir por Reyes la equipación del equipo vigués. «Extrañaba que cuando ni mis primos de Vigo pedían eso, lo quisiera yo siendo de Barcelona», detalla. Pero la pasión le caló hondo y siempre la ha mantenido. Ahora, si cabe, todavía más. «Hace tres años dejé el fútbol y como tengo libres los fines de semana, le dije a mi mujer que podíamos hacernos abonados, ir a ver los partidos y aprovechar para visitar a mis padres. Me dijo que sí y tuvimos la suerte de que aún era la época en que permitían nuevos socios», dice en contraste con el momento actual, sin plazas.

Están los cuatro -la pareja y sus dos hijos, Aitor y Leire, de 16 y 11años- en Río Bajo y, al menos una vez al mes, acuden a Balaídos. «Después, a todos los desplazamientos que sean a menos de mil kilómetros, solemos ir también», indica. A Vigo acostumbran a viajar en avión -«prefiero gastar el dinero en eso que en irme a cenar por ahí»- y al resto de sitios, en coche. «Mi mujer también es muy futbolera; de no ser así, ya no estaríamos juntos, porque yo jugué desde los ocho a pasados los 40. Mi hijo también es forofo. Es una afición que compartimos los cuatro», ahonda. Y que también les permite «conocer nuevas ciudades y estadios».

Por supuesto, estuvo en Cornellà y no va a faltar en Montilivi. Aunque no pertenece a Blau Cel, sí que tiene su bufanda y la luce con orgullo en los campos a los que acude. «Vivo en San Cugat, ellos tienen el local en Barcelona y no me gusta nada bajar. Pero sí que voy con ellos a desplazamientos cercanos, hacemos la previa juntos y llevo su bufanda para que quede constancia» de que hay celtistas catalanes.

Este partido lo ve complicado, pero no pierde la esperanza de que llegue la segunda victoria a domicilio. «Los equipos de Míchel son complicados y en Balaídos nos costó. Ojalá que sí», desea. Se agarra al partido del Metropolitano. «Ahora llevamos una buena racha y contra el Atlético hicimos un partidazo», comenta. Su familia no faltó: «Justo tuvimos al lado a la madre de Iago Aspas y estuvimos hablando con ella», revela en referencia al viaje de María Juncal en el autobús de la Federación de Peñas. Aquel día, pensó que los tres puntos se marchaban a Vigo; ahora, espera que esta vez sí.