Aprender a ganar a contracorriente

LA VOZ VIGO

GRADA DE RÍO

Xoán Carlos Gil

El Celta, que erró en 81 de los 588 pases dados, recibió más disparos a puerta que el rival y fue sometido en muchas fases, pero supo defender el resultado

09 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Por norma, el Celta saca sus partidos adelante por derribo, asediando al rival y pisando área con asiduidad, pero, por una vez, fue capaz de sacar adelante una contienda a contracorriente, tirando menos que el rival, coleccionando pérdidas de balón y defendiéndose de los centros laterales y el balón parado. Un síntoma de madurez de un equipo que ha ido creciendo a medida que pasaban los jornadas y que ahora vive su mejor racha de la temporada.

Ante el Leganés, los de Claudio Giráldez ganaron la posesión con holgura (56,4%), pero la sensación que deja del partido es del todo antagónica. Los de Borja Jiménez se pasaron muchos minutos en campo contrario y el Celta defendió todo el segundo tiempo en bloque bajo.

Otro aspecto por el que destaca el Celta es por su acierto en el pase, siendo uno de los equipos más precisos de la liga, pero en esta ocasión, erró en 81 de sus 588 intentos, firmando un 86% de acierto. Además, alguna de esas pérdidas provocaron claras ocasiones de gol del Leganés, especialmente, por la velocidad y la visión de juego de Cruz, que le ganó la espalda a sus pares en varias ocasiones.

Por otra parte, el cuadro de Giráldez le concedió al rival doce disparos a portería, muy por encima de la media. De ellos, la mitad fue entre los tres palos, aunque solo uno acabó en gol. Como sucede en otras oportunidades a la inversa, el Celta ganó tirando menos: cuatro tiros y dos goles. Dmitrovic solo hizo una parada de balones que iban en la dirección correcta en todo el partidos.

El triunfo contracorriente se completa con la resistencia del Celta al balón parado y los centros laterales. El Leganés botó cinco córneres, pero solo en uno hizo peligro real: el remate de Diego que desvió Guaita con la parada de la tarde. En cuanto a la batería de centros laterales, la zaga celeste devolvió muchos de ellos, con Carl Starfelt imperial, y el gol que encajó no llegó por el aire, sino de un pase atrás de Cruz.

Curiosamente, pese a tener que defender durante gran parte del partido, los vigueses solo hicieron diez faltas. La última asignatura aprobada fue la de la pérdida de tiempo. Ahí brilló Vicente Guaita.