
Desde su vuelta a la élite, el Celta ofrece su mejor rendimiento en los años con un límite salarial más ajustado, con el curso actual como paradigma
22 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Resulta paradójico, pero el Celta ofrece su mejor versión cuando los recursos para la plantilla se ven reducidos. Cuanto menos dinero, mejor clasificación; y cuanto más dinero destinado al límite salarial, peor rendimiento deportivo en términos clasificatorios. Así lo dice el histórico del tope salarial desde el año 2013 y lo corroboran los hechos de esta temporada, con 3,6 menos que en enero del 2024 y con el equipo cosechando 15 puntos más y luciendo la octava posición frente a la décimo séptima de entonces.
Durante sus trece temporadas en la élite desde el último ascenso, el conjunto vigués se ha caracterizado por un crecimiento sostenido, dando pasos cortos pero firmes, de hecho el salto más grande se produjo en la temporada de la Europa League, con un incremento de 17 millones con respecto al curso anterior, una subida que volvió a repetirse en el verano del 2023, cuando el club apostó por una fuerte inversión en plantilla para cortar con los problemas del pasado, algo que no consiguió ni con los 79,9 millones del inicio de temporada ni con los 81,2 del mercado invernal de la 23/24.
En términos de rendimiento, el Celta hace de la necesidad virtud. En la temporada 14/15, Eduardo Berizzo llevó a un equipo con 18,7 millones de límite salarial a la octava posición y con un incremento de cuatro lo clasificó para Europa al año siguiente. Por producción, esas dos temporadas fueron las mejores en la comparativa desembolso-clasificación.
Por el contrario, tras el paso por la competición continental el Celta apostó por la inversión para asentarse en la primera mitad de la tabla y la respuesta en el campo fue la contraria. En la temporada 18/19, la que comenzó Antonio Mohamed, el club aumentó su tope en diez millones de euros, superando por primera vez la barrera de los 50 y el resultado fueron tres entrenadores y una salvación de última hora con el equipo en la décimo séptima posición y con 41 puntos como botín. La misma situación se repitió un año después, con Fran Escribá y Óscar García Junyent. La Operación Retorno tuvo una incidencia de otros diez millones en el tope, que se situó en los 61,1, que tampoco surtieron efecto en la cancha. El equipo terminó rezando, de un modo literal, en Cornellá para evitar el descenso en plena pandemia.
A continuación, llegaron tres ejercicios casi simétricos, con el club destinando entre 60 y 65 millones para el coste de la plantilla y demás conceptos del tope salarial, con dos años en tierra de nadie con Eduardo Coudet y con un tercero de vuelta al fango que terminó salvando Gabri Veiga en la última jornada. Fue el último curso de la era Carlos Mouriño.
Con la llegada de Marián Mouriño en el verano del 2023, el club apostó por meter todo el dinero en el campo y con Rafa Benítez en el banquillo, los célticos batieron en cuatro meses dos veces su tope salarial. En agosto se fueron a los 79,8 millones y en enero, superaron por única vez la barrera de los 80. El resultado fue un decisivo cambio de entrenador y de filosofía para salvar el equipo en la penúltima jornada en Granada.
Esta temporada, tocaba de nuevo apretarse el cinturón y el club, después de un ajetreado verano en cuanto a salidas, logró dejar el límite en 77,6 millones, una cantidad que calcó en el invierno, pero dejando espacio suficiente para acometer renovaciones y otros movimientos. El resultado es, de momento, el año más ilusionante del celtismo, un aspecto que invita a la tranquilidad para el futuro inmediato, porque las apreturas continuarán en la 25/26.