Con honor también en la derrota

La Voz VIGO

GRADA DE RÍO

Óscar Vázquez

El celtismo vivió un día de fiesta en los aledaños de Balaídos, con un recibimiento espectacular al equipo, y en el campo no dejó de animar aunque le faltó la guinda de un resultado mejor

19 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que el Celta consiguió la permanencia matemática, incluso desde que ya la oteaba a falta de que los números la confirmasen, Claudio Giráldez ha incidido en una idea: era momento de disfrutar. Sin miedo y sin presión, como comentaba en esta última previa. Y para el celtismo —porque así se lo ha ganado a pulso el técnico—, lo que dice el porriñés es palabra de Dios o casi. Quizás por eso, ayer se reflejó esa actitud en Balaídos ya desde que a las 12.00 comenzó la fiesta programada por el club. Todo el mundo quería disfrutar el antes, el durante y, a poder ser, el después. Esperando por un buen final, pero celebrando ante todo una temporada a la que se le pueden poner muy pocos peros. Y no llegó ese desenlace esperado.

No hubo visita a la praza de América, aunque sí sonó, ya terminado el partido y sin puntos sumados, Fillos dunha paixón desde la grada de animación para unos futbolistas a los que les cantaron, también desde el resto del estadio «orgullosos dos nosos xogadores» y «sí se puede». Ellos, dadas las circunstancias, solo se acercaron lo justo, nada que ver con una semana antes, pero agradecieron -también desde el centro del campo a a los 21.482 espectadores que acudieron- un apoyo incondicional a lo largo de todo el curso y que tampoco falló en la dolorosa derrota que tocó encajar esta vez.

Durante todo el día, e incluso cuando la afición vio a su equipo por detrás en el marcador y rugió más fuerte que antes, Balaídos fue una fiesta. Desde el momento en que la zona gastro, con las peñas como encargadas de poner la comida y bebida para el celtismo, abrió sus puertas en los exteriores del estadio al mediodía, ya había celtistas dispuestos a disfrutar. Y con el paso de las horas, fue creciendo el ambiente, que alcanzó su culmen seguramente con una de las actuaciones más esperadas, la de The Rapants, con permiso del momento del recibimiento.

Cuando el autobús estaba a minutos de hacer su aparición por la calle Pablo Iglesias, al lado de la grada de Gol en obras, era casi imposible moverse por la explanada de Tribuna. Una marea celeste en la que no cabía un alfiler, con el rojo de las bengalas haciendo también acto de presencia, dio la bienvenida al equipo. No faltaron el ahora cántico más acorde al momento y que se repetiría en la derrota, el Fillos dunha paixón, pero tampoco el Shalalalalala, agachándose y volviendo a levantarse en medio de la locura celeste, u O Celta é a nosa vida, así como algún recuerdo a los que les son menos gratos. Por ejemplo, un Rafa Benítez al que se le cantó irónicamente aquello de «es una maratón», aparte de algún insulto ya sin humor alguno. En el otro extremo, se coreó el nombre de Claudio Giráldez.

Ya dentro, con  C. Tangana entre los espectadores, la afición se volcó desde antes del inicio, que estuvo amenizado, por sorpresa, por Abraham Cupeiro en su segunda puesta en escena en el estadio. Y el autor del himno del centenario, Oliveira dos cen anos, pudo disfrutar de cómo su composición sonaban una vez más a pleno pulmón en el municipal vigués, poniendo los pelos de punta a propios y extraños. La celebración del gol, en la que el lucense se arrancó de nuevo con el karnix como ya había hecho en su anterior visita fue el fugaz éxtasis, como también la entrada de Iago Aspas, pero el estadio -del que Pulido Santana se llevó sonoras pitadas con varias decisiones controvertidas- nunca se vino abajo y despidió a los suyos con honores pese a la derrota.

Y si la actuación de Cupeiro fue una sorpresa que el club había mantenido en secreto, al descanso les tocó a Pandereteiras de Toutón, cuya presencia para homenajear a las cantareiras, a las que iba dedicado este año el Día das Letras Galegas, conmemorado la víspera de este partido, sí estaba anunciada. Además, antes del encuentro, Marcos Alonso había recibido el premio al mejor jugador del Celta de la temporada, elegido por el celtismo entre todos los futbolistas que se habían llevado algún reconocimiento mensual.

A la conclusión del partido, caras tristes, pero también orgullo y esperanza de cara a la última jornada. Muchos, hablando de «celtada» y asumiendo que es lo que hay, pero también contemplando que aún es posible que la celebración solo se haya pospuesto seis días, como avanzó Claudio Giráldez.