El celeste, el color de Getafe

LA VOZ VIGO

GRADA DE RÍO

SERGIO REYES ROBLEDO - LOF

El Coliseum se convirtió en un pequeño Balaídos con aficionados del Celta en todas las gradas empujando para conseguir la matrícula de honor

25 may 2025 . Actualizado a las 20:49 h.

Si a principios de temporada a muchos de los más de 3.000 celtistas que este sábado estuvieron en Getafe les hubieran dicho que estarían madrugando el último fin de semana de competición para apoyar a su equipo en el Coliseum, seguramente habrían pensado que el objetivo que les llevaría a arropar a su equipo allí sería la permanencia. Pero las 37 jornadas anteriores, el trabajo de los futbolistas y de Claudio Giráldez pusieron al equipo en otra situación, la de la pelea por Europa. A partir de ahí, la ilusión era desbordante y, aunque había el riesgo de que terminara en desilusión, nunca iba a ser comparable a las agonías de años pasados.

Así, tras el bajón de no conseguir la clasificación frente al Rayo Vallecano en Vigo el domingo anterior, la hinchada celeste se repuso pronto. Algunos ya empezaron a gestionar sus viajes el mismo día o a primera hora del siguiente. Y enseguida la idea comenzó a ser hacer del Coliseum un Balaídos a pequeña escala. No hizo falta esperar a ver el aspecto de las gradas para constatar hasta qué punto se había conseguido. La avenida por la que accedían los autobuses al estadio era un hervidero de celtistas que brindaron un recibimiento como pocas veces, o ninguna, se ha visto a domicilio.

Dentro, siguió la fiesta. El color celeste, que tenía permitido mostrarse sin cortapisas, asomaba por todos los rincones y sus cánticos, también. Sin embargo, el gol local apagó un punto a la hinchada visitante, que despertó a lo grande con el empate de Borja Iglesias. Les pedía entonces el capitán, Iago Aspas, que apretaran. Con ese resultado a los 25 minutos, el equipo vigués volvía a estar en Europa. Y así se llegó al descanso: con el objetivo aún en la mano, pero con total incertidumbre y con los nervios a flor de piel. «Es un orgullo tener tanta afición fuera de casa en un día especial. Tenemos la segunda parte para meternos en Europa», comentaba Vicente Guaita al intermedio.

La celebración en la recta inicial del segundo acto llegó de otro campo. Porque Claudio Giráldez aseguró que no quería saber nada de lo que hicieran, en eso sí que no coincidía con él el grueso de la afición, que festejó casi como propio el gol del Alavés frente al Osasuna. Aquello quedó en nada cuando apareció Iago Aspas para poner el 1-2 y sellar la clasificación europea. Quedaba tiempo por delante, pero en el celtismo reinaba ya la tranquilidad. Rianxeira incluida. «Calma, no os volváis locos, que os dure la pelota y va a acabar entrando», decía Claudio Giráldez en la pausa de hidratación, aún con el empate. Tuvo razón. Como la tuvo tras caer ante el Rayo al decir que el sábado iba a ser el día; como la tuvo en la previa cuando insistió en que estaba convencido del triunfo.

Con el pitido final, se desató la locura. Risas, saltos, abrazos y, sobre todo, una nueva muestra de la inmensa conexión existente entre equipo y afición. «Nos lo merecíamos», repetían varios jugadores en sus declaraciones pospartido. Si algo estaba claro era eso. Lo celebró el celtismo en Balaídos, en cuyos bares siguieron el desarrollo del partido muchos aficionados; luego, en la praza de América, que se había quedado compuesta y sin fiesta seis días antes, y también en Peinador, donde hubo un recibimiento multitudinario. Iago Aspas, en sus declaraciones, había emplazado a hoy para celebrar con la afición. Demasiada espera para el celtismo, que no se lo pensó y acudió al aeropuerto.

Para este domingo, el Celta ha anunciado ya que la celebración del ascenso con el equipo será en la praza de América desde las 19.00 horas.