El equipo celeste de personas con discapacidad cumple sus primeros diez años de funcionamiento: «Para mi hijo, este equipo es la felicidad»
20 sep 2025 . Actualizado a las 22:12 h.Son muchos los detalles y vivencias que cuenta Esther Vilaboa, madre del futbolista del Celta Integra Álex Lago, de lo que este proyecto ha supuesto para su familia, como para el resto de las que forman parte. Pero hay una que lo resume todo y que pronuncia en más de una ocasión cuando profundiza en el significado del equipo celeste formado por personas con discapacidad que arrancaba hace diez años: «Nos ha cambiado totalmente la vida».
Como tantos otros niños, el suyo también quería jugar al fútbol. «Con siete u otro años, lo metimos en un equipo de aquí, donde no nos pusieron ningún problema. Pero los demás no le pasaban el balón, le daban patadas, le insultaban… Y lo quité», recuerda. Probaron con el atletismo, pero el hoy céltico le «decía que por qué tenía que correr, no le gustaba, quería algo de compartir». Siendo algo más mayor -hoy tiene 27-, estando en el Saladino Cortizo, les avisaron de que estaban cogiendo niños para el Celta Integra. «Fue el cambio de nuestras vidas, un antes y un después brutal», valora.
Vilaboa comienza explicando que a Álex «le costaba expresarse cuando veía mucha gente y relacionarse, agachaba la cabeza cuando alguien le hablaba». En ese sentido, y en muchos otros, ha dado pasos de gigante. «Y no solo es cosa de mi hijo, veo el cambio en todos los miembros», celebra. Por eso hay otra idea que repite cuando habla del Celta Integra: «Se lo digo siempre a los entrenadores y a todo el mundo, que espero que esto siga para adelante y no se termine nunca. Es muy importante para estos chicos», afirma.
Este equipo les da la oportunidad de competir tanto a nivel autonómico como nacional, viviendo desplazamientos y convivencias que, en su momento, fueron algo completamente nuevo para estos futbolistas. «Comparten viajes y van solos, cuando Álex no se separaba de nosotros para nada. Ahora, se apunta a todo lo que esté relacionado con el Celta, le da igual; no es solo jugar al fútbol, sino ir de recogepelotas o lo que le digan. Si está convocado para lo que sea, él va», cuenta con la misma emoción con la que sostiene que «para él, esto es la felicidad, es donde se encontró feliz, pudiendo disfrutar de lo que siempre le había gustado».
Y para ellos, las familias, «te puedes imaginar, es lo más, lo más», enfatiza. Sin ocultar que jamás imaginó, a priori, que el Celta Integra iba a tener esta dimensión en sí mismo y este impacto en las vidas de quienes participan o han participado. «Para nada lo esperábamos, ni que fueran a jugar por España, por ejemplo. Creía que sería ir a entrenar, unas pachangas para pasar el rato», se sincera. «Y verlo tan feliz, ni soñarlo», agrega.
La importancia que ha tenido para ellos es la que sienten, a su vez, que se le concede desde el club a esta iniciativa desde el primer día. «Que tu hijo pueda hacer algo que le gusta y con gente tan increíble como la que nos encontramos en el Celta te hace ver que sí se puede», subraya. Y hace mención especial al primer entrenador que tuvieron, Álex Abalde. «Es la persona más maravillosa que nos pudimos encontrar en el camino y los que vinieron después al cuerpo técnico, igual. Son gente que sabe tratar con ellos, hace que se sientan bien. Tuvimos mucha suerte», agradece.
Otro punto positivo son los vínculos que se han creado entre las familias, que incluso sumaron fuerzas hace ya un lustro para crear una peña celtista dedicada a este equipo y que lleva el nombre de su delegado, Fran Díaz. «Siempre que podamos, viajamos, porque si no vamos los familiares, ¿quiénes van a ir a verlos?», plantea Esther Vilaboa. Ella y su marido fueron los primeros en liarse la manta a la cabeza y viajar a Villarreal la primera vez que los celestes compitieron en La Liga Genuine, competición nacional de equipos de personas con discapacidad intelectual. «Fue muy de golpe. Dejamos a Álex en el aeropuerto y le dije a m marido: «¿Qué? ¿Vamos? Cuando nos vieron allí, vino todo el equipo a abrazarnos. Teníamos que estar». De ahí en adelante, se fueron animando y acuden siempre que pueden. «Es prioritario, si nos tenemos que privar de otras cosas, lo hacemos».
Recuerda, de aquel primer viaje largo del equipo, «los nervios y la tensión de cómo reaccionarían los chavales, porque muchos no habían subido jamás a un avión». Luego, contar con apoyo de casa en los lugares de destino también les ayuda. «Nos hacemos notar, no estamos calladitos, sino animando y aplaudiendo siempre». A ellos se sumó en un par de ocasiones Marián Mouriño. «Quién iba a pensar que una presidenta se preste a viajar con ellos, estar con ellos en el hotel y en cada momento. Estábamos en las gradas y vino con nosotros. Una persona muy cercana, una maravilla. Va a A Madroa a veces y todos la abrazan, ella dice que son sus niños».
Aunque Álex Lago lleva nueve años, este décimo aniversario del proyecto es especial para todos los que lo viven o han vivido desde dentro. «Diez años, quién lo iba a decir. Solo pido que dure muchos más, que no nos lo quiten. No me quiero imaginar que les falte», insiste. Y cuenta la anécdota de que para ella, el Celta Integra es un arma en el día a día con su hijo. «Ya tiene 27 años y ya no hace tanto caso a cualquier cosa que le pida que haga. Así que, si me contesta que no, le digo: ‘Vale, cuando el lunes, el martes o el día que sea tengas que ir a entrenar, ya veré yo si te llevo o no te llevo. Y no hace falta decirle nada más», cuenta divertida.
El Celta Integra no solo es fútbol, sino que también hacen baloncesto, van de recogepelotas y se organizan para ellos multitud de actividades variadas, como una charla de Desirée Vila esta semana. «No puedo estar más agradecida por todo lo que llevan hecho por estos chicos», expresa. Incide en el cambio de su hijo y en la felicidad que le ha supuesto, recordando que «estos chicos, al fin y al cabo, no tienen una vida como los demás», dentro de las circunstancias de cada uno. «Para él, esto es lo más importante. Tiene la ropa del Celta colocada en su habitación, y que nadie se lo toque, que nadie le coja nada. Lo vive».
Ellos, de no ser una familia de fútbol, han empezado a vivir el Celta con absoluta pasión; sobre todo, Álex. «Le gustaba algo el fútbol por la tele, pero le habían dado entradas para Balaídos un par de veces en el colegio y lo pasó mal, aún era pequeño. Ahora, estando metido, lo disfruta mucho», dice en referencia al primer equipo. Así, Vilaboa incide en l deseo que de «esto no acabe nunca», proclamando que nunca pensó que esta experiencia fuera a ser «tan gratificante». Porque el Celta Integra cumple diez años cambiando vidas a mejor.