El Puerto de Vega se despide con orgullo de la Copa del Rey ante el Celta: «Nunca en otra así nos vimos»
GRADA DE RÍO
El histórico partido generó nervios y emoción, con las gradas de El Pardo, en Navia, repletas y colas en las dos horas previas
31 oct 2025 . Actualizado a las 08:49 h.El ataque de sinceridad de un trabajador del Puerto de Vega ante las dudas de los medios acreditados refleja la locura que llevaron el Celta y la Copa del Rey a El Pardo: «Tenéis que perdonar, es que nunca en otra así nos vimos. ¿Y si pasa algo?». Y claro que pasó: que la deprimida comarca del Occidente de Asturias, en vilo por el anuncio de despidos en la papelera Ence, se sintió de Primera en una noche mágica por el fútbol.
Con colas en las carreteras de acceso a Navia y la entrada del estadio ya dos horas antes del partido y un enorme despliegue de medios de seguridad, la volcada afición local libró una respetuosa batalla con los numerosos celtistas de A Mariña y Asturias que, acostumbrados a recorrer más de 400 kilómetros en cada visita a Balaídos, vieron una bendición en la eliminatoria. «No hay quien pueda con la xente marinera» o «Todo al verde, ¡vamos, Vega!», fueron algunos de los mensajes que recibieron también a muchos gallegos en una villa a apenas 20 minutos de Ribadeo.
Con las grandes estrellas del Celta de descanso, el recibimiento más caluroso fue para el bus del Puerto de Vega. La plantilla compartió mesa en el establecimiento de su presidente, el Restaurante Sidrería Jorge, para partir desde su casa, El Campón, a un campo de El Pardo que, con cuatro torretas portátiles y una grada supletoria, sí pudo adaptarse a las exigencias de la RFEF.
Visiblemente emocionados por la acogida de su gente llegaron los protagonistas al estadio del Navia. Diego Paragüero fue el más aclamado de una expedición a la que todavía le faltaba ver lo mejor. Casi 3.000 almas llenaron El Pardo, incluso algunos espectadores se subieron a una ladera cercana y se ahorraron 35 euros de entrada, para verlos a ellos, un equipo de la sexta división, contra el Celta, un club, como recordó el entrenador asturiano, un Javi Prendes vestido de gala, tiene sitio «en el top diez histórico del fútbol español».
Las marcas de la cal en un campo en perfecto estado de revista, delataron un recorte de más de un metro en el ancho, quizás condicionado por las dimensiones de las áreas técnicas, que pudo ser un impedimento añadido para los hombres de Claudio Giráldez en una primera mitad en la que amasaron la pelota, pero no lograron perforar la resistencia de los de Vega. El 0-0 al descanso daba esperanzas a un público entregado a la decisión local en los duelos y que vibró en la primera arrancada de su goleador, un Borja Fernández que dejó destellos de su clase. Incluso soñaron con un gol que probase los nervios del Celta en una mala cesión de Aidoo en la que Iván Villar abortó la llegada de Davo Álvarez.
Con cinco categorías de diferencia, los cambios de los vigueses y el bajón físico de un cuadro lleno de obreros que este viernes madrugarán para cumplir un día más en su puesto de trabajo disiparon cualquier oportunidad de dar la campanada, pero no apagaron los ánimos de la hinchada en cada pequeño arreón ni la magia de un día que ya es historia para los 1.800 vecinos de Puerto de Vega.