La ayuda del celtismo y del club permitió que un padre celtista residente en Noruega y sus hijos, desde Vigo y Valladolid, pudieran vivir juntos el partido del Maksimir
08 nov 2025 . Actualizado a las 11:12 h.José Paredes es un celtista de 58 años que reside en Noruega desde hace 15, cuando emigró por motivos laborales, y que se unió a la peña de Dinamarca, Himmelblå Hjerter, en cuanto supo de su existencia por ser la que más próxima le queda geográficamente. Suele regresar a Vigo un par de veces al año y no perdona la visita a Balaídos, pero cuando se conoció el cuadro de rivales de la Europa League, le echó el ojo enseguida al desplazamiento de Zagreb. «Al día siguiente del sorteo, me dijo: ‘¿Viste que tocó el Dinamo de Zagreb? Podíamos ir...'. Y ya tenía los vuelos comprados», cuenta divertido su hijo Iñaki, de 34 años.
Él y su hermano accedieron y enseguida gestionaron sus respectivos viajes para juntarse en Zagreb, desde Vigo y Valladolid, donde reside el hermano pequeño, Ángel, así como el alojamiento de los tres. Pero faltaba lo más importante: las entradas. «Yo soy del Celta de toda la vida, pero no soy tan forofo como mi padre. Estoy pendiente de cómo le va al equipo y voy a algún partido cada temporada», se sincera Iñaki. Esto es, no tenía Carné Celtista ni sabía que era imprescindible para poder comprar billetes para la cita del pasado jueves.
Su progenitor, que sí tiene carné -«es el que está más lejos, pero el que más siente los colores»-, confiaba en que las entradas que sobraran se pusieran a la venta para el público en general, desconociendo el proceso. Y su sorpresa llegó cuando pasaban los días y no veían opción de hacerse con las dos entradas que necesitaban. «Cuando se acabó el plazo para los abonados, yo visitaba la web una y otra vez y veía que un día no salían las entradas, al siguiente tampoco… Llamé al Celta y me explicaron cómo funcionaba. La cara se me puso blanca, porque teníamos todo reservado», detalla.
Iñaki Paredes optó por dar a conocer a través de las redes sociales lo que les había pasado, aparte de contactar también con el Dinamo para ver si ellos les podían gestionar la compra de las dos localidades en grada visitante. Les trasladaron que estaban fuera de plazo y que era muy complicado. «Nos dijeron que podíamos ir a grada local, pero esa no era la experiencia que queríamos», sin sus colores y separados de su padre e impulsor de la reunión familiar celeste. Para colmo, sabían que habían sobrado entradas. «El pódcast Eco de Balaídos y la peña de Dinamarca, a la que pertenece mi padre, nos ayudaron mucho a darle visibilidad», explica; sin ellos, él era «invisible» en redes, admite.
Lo movió todo lo que pudo y, al final, logró que el Celta le echara una mano. «No sé cómo lo hicieron, creo que fue a través del Gato de Catoira -Sergio Álvarez-. Me llamó una persona de administración y me dijo que le habían pasado el aviso y que iban a hacer todo lo posible para conseguirnos las entradas», relata agradecido. A cambio, les pidieron que se hicieran el Carné Celtista tanto Iñaki como su hermano, algo que hicieron de mil amores, incluso pensando ya en futuros desplazamientos dado lo que han disfrutado con este. «Nos ayudaron muchísimo, en esa mañana que nos llamaron, ya teníamos la entradas en el correo electrónico. Fue una pasada», valora.
Todavía desde Zagreb, contaba Iñaki este viernes por la mañana que estaban disfrutando del mejor viaje que ha hecho en su vida. «Lo he pasado genial. Para mí, es la primera experiencia porque, como decía, sigo al Celta, pero no con tanta intensidad», a diferencia con su padre, que «ve todos los partidos y si pudiera, vería los entrenamientos», desliza. Por él mereció especialmente la pena. «Le hacía mucha ilusión juntarnos. No nos vemos tanto a lo largo del año y haber podido vivir esto juntos es precioso», valora.
Además, pudieron celebrar el triunfo, aunque para Iñaki «el resultado es lo de menos». «Lo pasamos tan bien durante todo el día, que el resultado es un plus. Si hubiéramos perdido, estaríamos felices de haber acompañado al equipo, coincidir con más celtistas por todas las esquinas, disfrutar de una ciudad preciosa… Ha sido estupendo», celebra. Como no podía ser de otra manera, el que más disfrutó fue José. «Creo que esto lo va a recordar para siempre. Está encantado y ya pensando en ir a otro partido. Y yo todo el día enganchado al móvil pasando las fotos y vídeos a mis amigos», relata.
Aunque incide en que él no vive el celtismo con la misma pasión que su padre, siempre ha sido un nexo familiar. «No solo con mi padre, también con mi abuelo. Es algo que nos une como familia, algo muy bonito que compartimos», señala. Ahora, la unión es más fuerte gracias a la ayuda que recibieron para poder vivir un reencuentro familiar celeste que no será el último de la temporada. «Se portaron muy bien con nosotros para poder vivir toda esta aventura. Estamos muy agradecidos», finaliza.