Williot Swedberg tiene ángel

GRADA DE RÍO

Swedberg, en la celebracion del gol de Bryan Zaragoza para el Celta ante el Bolonia.
Swedberg, en la celebracion del gol de Bryan Zaragoza para el Celta ante el Bolonia. Miguel Vidal | REUTERS

En un partido en el que el Bolonia nunca dejó que el Celta pudiese maniobrar, el sueco fue el único que encontró algún resquicio

12 dic 2025 . Actualizado a las 10:04 h.

Williot Swedberg tiene algo. Tiene ángel, fútbol, talento. Tiene ese punto de distinción de aquellos de quienes se puede esperar algo diferente. No tiene miedo a pensar ni a inventar. Es un futbolistas de los que suelen brillar más cuanto más intervienen. Ante el Bolonia, sin embargo, el futbolista del Celta demostró que también sabe conectarse en los partidos en los que le llegan pocos balones porque el rival hace un trabajo excelente en la presión.

Llevaba un cuarto de hora sin apenas participar. Pero el primer envío que le llegó en condiciones acabó en la red italiana. Todo lo hizo bien. La frenada, el control girándose, la carrera enfilando la portería, con la cabeza alta, procesando en todo momento. Ese dominio de la escena le permitió elegir. Tenía línea de tiro, pero también un buen pase hacia Bryan Zaragoza. Sin enredarse ni bajar la testa, le puso el balón a su compañero para que empujase. Como si fuese fácil.

En el minuto 35 sacó brillo a la intuición, viendo una descarga del Bolonia hacia su portero que ponía a Ravaglia en una situación comprometida. Tanto que por un momento pareció que le iba a robar el balón, pero se resbaló. Y antes del descanso volvió a participar como pasador, con un servicio al hueco a Ilaix Moriba. Lo vio, pero no era fácil hacerle llegar ese balón.

En una primera parte muy monopolizada por el Bolonia con su presión adelantada y mucha más posesión, en lo poquito que consiguió inquietar el Celta a los italianos estuvo de por medio el joven sueco. Lo que no tiene Swedberg es un gran fondo físico. Quizás se le sumó el desgaste del Bernabéu y el hecho de correr más detrás de la pelota que con ella en los pies. En la segunda mitad enseguida se vio que le faltaban tanto la chispa como la velocidad, y Claudio Giráldez tardó veinte minutos en optar por el cambio.

No fue un partido fácil, ni para el sueco ni para el conjunto olívico, poco acostumbrado a jugar frente a rivales que no le dejan ser protagonista. Las escasas gotas de perfume celeste en un duelo de mucho sudor y mucha persecución las puso Swedberg. El Bolonia ganó la batalla física y la del dominio, del balón y del ritmo. Es un equipo que intenta que se juegue la mayor parte del tiempo en campo contrario, y en Balaídos lo consiguió. Ni siquiera con ventaja en el marcador y en el tiempo añadido dio un paso atrás.

Nadie fue capaz de coger el mando ni encontrar el abrelatas. Ni siquiera Iago Aspas, que entró por Swedberg y parecía llamado a desatascar y poner el punto de control que tanto estaba echando en falta el equipo. Esta vez, el capitán no consiguió frotar la lámpara. Y un error suyo, de los que es raro que cometa, dio paso al segundo gol del Bolonia. Al final, paso atrás del Celta, aunque viendo cómo fue el partido duele más la derrota ante el Ludogorest. Los italianos ya habían avisado, juegan a ganar, no a no perder. Y ganaron.