La originalidad es uno de los rasgos propios de esta peña viguesa que acaba de cumplir ocho años
10 abr 2015 . Actualizado a las 12:45 h.«La idea surge en un partido de UEFA, montas la peña y a los tres meses estás en Segunda». Así resume el presidente de Centolos Celestes, Alejando Costas, los duros comienzos de su colectivo, radicado en Vigo. Unos inicios que les han servido para convertirse en una agrupación cuyos miembros, pase lo que pase, tienen prohibido perder la sonrisa. «Nos llevamos muchos palos, pasamos cinco años visitando campos ingratos, pero seguimos ahí. Y si lo hicimos, cómo no vamos a disfrutar ahora», añade.
Centolos acaba de cumplir ocho años -«la creamos un 28 de marzo, día de la Reconquista, porque no tenemos ideología, pero sí queríamos darle ese toque de defensa de la ciudad que parece que a nadie le importaba entonces»-. Surgió de un grupo de jóvenes universitarios, algunos procedentes de otras peñas, que buscaban fomentar el celtismo desde otra perspectiva. «Siempre quisimos hacer cosas diferentes, ser originales, con una ilusión tremenda». La actividad permanente es una de las características que les han definido desde aquel punto de partida, en el 2007.
Entre esas actividades que han promovido están conciertos o incluso un teatrillo con el que recrearon la fusión entre Vigo y Fortuna con motivo del 90º aniversario del club. «Registramos el primer escudo del Celta e investigamos hasta descubrir que la primera camiseta había sido roja, con el pantalón negro», rememora Costas. A partir de ahí, se repartieron los personajes (Handicap, el presidente, la prensa, las aficiones de ambos equipos...) y buscaron el sitio idóneo para representar la escena, el bar Años 20, próximo al edificio donde realmente se firmó el acta fundacional en 1923. «Fue muy didáctico y nos quedó un gran recuerdo. Nos encanta divertirnos, pero también nos gusta tomarnos en serio las partes que lo requieren».
Si en aquella representación reflejaban algunas de las propuestas para denominar al conjunto (como Breogán o Galicia), su propio nombre lo escogieron tras una tormenta de ideas. «Estudiábamos Empresas y era prácticamente un modo de volcarlo en algo que nos gustaba», recuerda. Curiosamente, se equivocaron en parte con la elección. «Méndez Ferrín nos hizo una dedicatoria y nos comentó que el término correcto en gallego es ''centolas''». Para compensar, usan las dos formas para dirigirse a los socios y tienen otros rasgos característicos a la hora de comunicarse: «Da igual a quién escribamos, que siempre ponemos ''saúdos desde o fondo da Ría''. También tenemos la broma de cuando hay la veda y nuestros propios cánticos». Todo por divertirse, asegura.
La representación del colectivo en Balaídos -hasta un 95 % son abonados- se sitúa hoy mayoritariamente de Marcador, aunque con miembros repartidos por todas las gradas e incluso uno en los Urales, el centolo ruso Sergey Klepalov. Tienen desde bebés a octogenarios entre sus 160 componentes -el 40%, menores- y acaban de vivir una especie de vuelta a atrás obligada. «Empezamos en Río Alto, pero estábamos algo desubicados. Uno no cuenta con que quiera animar al equipo y le vayan a decir ''baixa iso, rapaz''». Se refiere a unas banderas mucho más pequeñas que «antes molestaban allí y ahora, que ha habido que recuperarlas en Marcador por las nuevas normas, quedan ridículas».
Actualmente, Centolos funciona como una maquinaria perfecta donde todos sus miembros se implican. «Seamos muchos o pocos, lleva un trabajo y se agradece mucho que la gente se ofrezca desinteresadamente y que entre todos consigamos que funcione», celebra Alejandro. Otro de sus grandes orgullos es haber visto cómo la reforma de Balaídos, que ellos vienen pidiendo desde sus inicios, comienza a ser una realidad. «Estuvimos desde el principio denunciando algo que ahora ve todo el mundo, pero que entonces no. Incluso hicimos un escrito oficial que redactó un abogado socio nuestro y es una satisfacción que los técnicos hayan refrendado lo que decíamos. Intentamos hacer las cosas bien pese a ser una peña humilde», proclama.
Pero si del algo presumen es de llevar la originalidad y el humor por banderas, empezando por las faldas celtas -con tela de uniformes de colegio, porque no había presupuesto para la registrada, cuenta Costas divertido- que sus miembros empezaron a lucir cuando aún resultaba extraño ver a hombres portándolas. Y continuando con su filosofía irrenunciable: «Nuestra máxima es disfrutar el día del partido. A veces hacemos sesión vermú, comemos... Luego, si el Celta gana, perfecto; si no, por lo menos nos echamos unas risas, que es de lo que se trata». Dice el presidente que el fútbol «también es lo que pasa alrededor» del campo. Y esa parte no se la quita nadie: «Éramos de los 3.000 de Balaídos en Segunda. Lo importante es ser fieles al equipo y constantes, pero siempre con humor, porque no puede ser de otra manera».