A los fundadores del colectivo de Guadalajara les tomaban por locos cuando decidieron tomar la iniciativa
08 jun 2016 . Actualizado a las 12:06 h.Juan Ferrer, 40 años, lleva media vida como peñista del Celta y prácticamente toda como aficionado. Eso, pese a ser natural de Guadalajara y no tener ningún tipo de vínculo con Galicia. Cuando allá por el año 1995 escribió al club para saber si existía alguna peña que le pillara cerca, no obtuvo respuesta. Lo mismo poco después en la Federación. «Nos debían de tomar a cachondeo», cuenta entre risas. Porque más de uno les llamaba locos a él y a los cuatro amigos celtistas con los que inició Celtiñas Arriacenses. «Pero estamos entre Madrid y Aragón y la cabeza la tenemos dura, así que se tenía que notar». Insistieron y lo consiguieron.
Fueron la segunda peña fuera de Galicia -existía ya por aquel entonces la de Madrid- y la primera sin gallegos. «En la final de Copa contra el Zaragoza en el Calderón no teníamos ningún contacto. Teníamos 19 años, Internet no existía y nos quedamos sin poder ir estando a 50 kilómetros», recuerda Ferrer todavía con rabia. «Nos sentó tan mal, que dijimos que no nos iba a pasar más veces», relata. Una vez constatado que no había ningún colectivo celtista próximo -«yo no lo entendía, pensaba que tenía que haber en Madrid, en Alcalá, en todos sitios, porque el Celta es un equipo que hay que quererle»- se pusieron en marcha.
De los cuatro fundadores sin gallegos entre ellos han pasado a la veintena, con algún hincha con sangre de la tierra. Al presidente, en concreto, el celtismo le viene del ascenso de Sestao. «Me pilló en Vigo de vacaciones siendo chico. Solíamos ir allí, pero no por tener familia ni nada por el estilo», comenta. Fue a principios de los 80. «A partir de ahí, cuando me preguntaban lo típico de si Madrid, Barcelona o Atleti, yo siempre contestaba lo mismo: 'Que no, coño, que soy del Celta'».
Con quien sí admite Ferrer que comparten el corazón él y otros celtiñas arriacenses es con el Deportivo... Guadalajara. «Cuando jugó aquí el Celta, en Segunda, fui la primera parte a mi sitio de socio del Deportivo y canté los goles del Celta. En la segunda me fui con la afición del Celta y si hubiera marcado el Deportivo también lo hubiera cantado. Y para colmo llevaba la camiseta de la peña, que es celeste y morada y despista todavía más», cuenta divertido. Si tuviera que elegir, no podría. «Los del Guadalajara dicen que me tira más el Celta y los de Vigo que al revés. Les contesto que ya saben ellos más que yo».
No tienen sede y al ser de diferentes sitios, les cuesta juntarse todos. «Coincidimos sobre todo en los partidos», comenta. Pero presumen, entre otras cosas, de merchandising y de fidelidad. «A veces vamos un poco a nuestro aire, pero siempre estamos ahí. Yo soy socio del Celta desde hace muchos años, desde la vez que bajamos y subimos al año siguiente. Todo el mundo se borraba, así que yo me aboné, tengo el 4.180», presume.
Anteriormente, algunos miembros de la actual peña Almas Celestes del Sur de Hornachuelos pertenecían a Celtiñas Arriacenses -nombre elegido por el gentilicio de Guadalajara, que procede de un antiguo poblado celtíbero y «qué mejor»-.«Estaban apuntados con nosotros, pero les animamos a independizarse en cuanto se juntaron unos cuantos, porque no tenía sentido organizarlos nosotros desde Guadalajara». Son una de las peñas con las que mejor relación tienen junto con Bueu Celeste, entre otras. «Vamos a Vigo siempre que podemos, y a ver al equipo en otros campos. Hemos hecho muchos intercambios de bufandas».
Asegura Ferrer que tiene cuerda para rato al frente de la peña, pero si un día se cansa, sabe que hay relevo. «Aunque somos pocos, vamos teniendo gente joven. Y está Óscar, que es tan celtista como yo o más. Si es que se puede».