Un puñado de sueños celestes cumplidos en ultramar

ZONA CELESTE

CEDIDA

Varios aficionados que vivieron el derbi en directo cuentan lo que supuso para ellos la gira uruguaya del Celta

26 jul 2016 . Actualizado a las 09:38 h.

Uno de los aspectos que llamó la atención desde España del derbi del jueves en Montevideo es que no había mucha gente en las gradas. Todo lo contrario. «Es cierto, pero cada persona que llegó tenía su historia de familia, de celtismo, de recuerdos de su tierra a flor de piel. Creo que los jugadores y el cuerpo técnico se dieron cuenta de eso», relata José Marino, chileno hijo de gallegos que no se quiso perder el partido. Como cada uno de los celtistas que se dieron cita, disfrutó de lo lindo.

Entre quienes compartieron con él esta vivencia única estuvo el uruguayo Santiago Góngora, que en la previa de la gira compartía sus impresiones con Grada de Río y que en los últimos días ha acaparado el protagonismo como un ejemplo de celtista que jamás ha pisado Galicia y que ni siquiera desciende de celtistas -sí de gallegos-. «A vida, os latexos, os soños. Todo mesturado nunha mesma semana», resumía su experiencia después de vivir en directo los dos partidos y tener la oportunida de posar con el cuerpo técnico a su llegada al aeropuerto la pasada semana. «Borja me dio la camiseta y casi lloro de la emoción. Y Theo me esperó 15 segundos para sacarnos la foto. Un genio. Aún estoy nervioso», comenta.

«Aunque lo soñé mil veces, jamás pensé que esto pudiera ser realidad», apunta Santiago sobre lo que califica como su «semana onírica». Primero, le parecía imposible ver físicamente al Celta en su país, y después, tener también la ocasión de compartir con la plantilla su versión del Himno el año pasado. «A ratos tuve la micro-tristeza de saber que esto fue solo algo excepcional y que luego volverá a la normalidad, pero quién sabe, así como se dio esto, igual puedo volver a degustar la gloria celtista (animar, reír, entristecerme, gritar) en Balaídos».

Gabriel Alberto Pérez, uruguayo que vivió veinte años en Vigo, tenía el sábado el corazón dividido. Se autodenomina «galleguayo». «¿Qué decir de la experiencia del derbi? Fue un shock de nostalgia directo al corazón. No imaginas lo que fue escuchar la Rianxeira como si estuviéramos en el mismo Balaídos», relata con emoción. Los que sí han tenido oportunidad de ver al Celta en Vigo ponen el foco en historias como la de Santiago. «Estuve con celtistas hijos de gallegos que jamás pisaron el suelo gallego, pero sienten el Celta por haber crecido bajo su bandera y la de Galicia. Fue un lujazo compartirlo con ellos».

También Marino se refiere a Góngora. «Gracias a Dios yo viajo seguido a Vigo. La emoción para los muchachos que nunca han estado fue máxima», dice. Tras el partido, se fueron juntos a comer y compartir experiencias. «Hablábamos de cómo llegaron al Celta y tenían historias similares: las abuelas eran hinchas». Recordaron las temporadas y los recuerdos del EuroCelta. «Santi era el más chico y por edad no alcanzó a vivir esa época bonita. Él recordaba los ascensos y descensos posteriores».

En las gradas estuvo también Jesús Alberto Rivera, uruguayo descendiente de gallegos que el pasado marzo contaba a Grada de Río que soñaba con ver al Celta en directo. «Viví sensaciones únicas e inolvidables. Y ver la cara de alegría de mi viejo, eso no se paga con nada. Lástima que no había mucha gente en el derbi, y eso lo hizo algo más frío, pero para nosotros daba igual. ¡Estaba el Celta en nuestro país!». El resultado también ayudó. «Por si fuera poco, ganamos. Vivimos en directo el primer derbi gallego fuera de España, con mi padre y mi hija al lado, ¡por Dios, qué más puedo pedir»», exclama.

Si Góngora se hizo con la camiseta de Borja Iglesias, Marino tiene en su poder la de Hugo Mallo. «Este tipo de partidos permite juntar a las familias de los emigrantes que no olvidan a su tierra. Durante el partido sonaron gaitas, panderetas... Lo más bonito es que éramos todos una gran sola familia y lo compartíamos como tal», dice Marino. Ahora el siguiente paso, en especial para Santiago, es vivirlo en Vigo. «Hasta quieren hacer una colecta para llevarme», cuenta divertido al tiempo que admite que «ahora hay que recuperar los días de estudio», pues tiene examen el martes, pero «el Celta era más importante, una oportunidad única».

El celtismo entiende que la gira tenía muchos contras, pero también sus pros. «Solo ver tu pasión, tu felicidad por sentir unos colores, por ti celtismo, ya valió la pena la gira», el escribían en Twitter a Góngora. El suyo fue seguramente el gran sueño celeste cumplido de esta gira.