Conocida la constelación Casiopea, mirando en su dirección con un anteojo astronómico, podremos ver en estos días a las veinte horas y muy alto con relación al horizonte, el resplandor de un cometa; si en esa posición se nos presenta, entonces es factible asegurar que sea Halley, y no los cometas telescópicos Vinnecke y Daniel, que le acompañan en su actual excursión, ni el reluciente Drake que vemos hacia el Occidente después de puesto el Sol.
Sabida la hora, en la cual podemos observarle, conocida su aproximada situación en el espacio, no empequeñezcamos en su día la cola del cometa Halley, no digamos que tiene como tres metros, porque si así lo hacemos, nadie creerá la injustificada preocupación de que el día 18 del próximo mes de mayo pueda perturbar nuestra existencia, debido a alcanzar con ella la atmósfera terrestre, distante entonces veintiséis millones de kilómetros del núcleo del cometa; no asimilemos a tres metros los treinta, cuarenta o cincuenta millones de kilómetros que pueda llegar a tener la aureola luminosa de ese cometa tan sin razón temido, y al querer expresar las dimensiones de su cola hagámoslo en amplitud angular, o sea en grados y no en unidades lineales.