Algo se está cociendo en el Atlántico

Xavier Fonseca Blanco
Xavier Fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

HISTORIAS DEL TIEMPO

Cabalar | Efe

Si hoy comenzase la temporada de ciclones,  el agua tan cálida que tiene el océano ahora mismo actuaría como motor para la formación de potentes huracanes

15 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La última temporada ciclónica en el Atlántico fue muy activa. Algunos de los huracanes que se formaron consiguieron importantes registros históricos. Y no olvidemos la visita de Ophelia. Nunca había pasado un huracán de categoría tres tan cerca de la comunidad. Los daños causados por todos los ciclones superan los 300.000 millones de dólares (246.041 millones de euros).

Ahora mismo están detectándose indicios que apuntan a una nueva época de ciclones muy intensa. El Modo Meridional del Atlántico (AMM), que atiende a la conexión entre el océano y la atmósfera en los trópicos, se encuentra activo y en fase positiva. «Una fase positiva se caracteriza por temperaturas de la superficie del océano más cálidas de lo normal en el Atlántico tropical septentrional. Este modo es más fuerte en la primavera, pero puede persistir en verano, lo que afecta a la actividad de los huracanes en el Atlántico», explica a La Voz Phil Klotzbach, experto en huracanes de la Universidad de Colorado. Las últimas mediciones señalan que la AMM está muy activa. El valor registrado en diciembre ha sido el segundo más alto desde 1948.

Si hoy comenzase la temporada de ciclones, ese agua tan cálida actuaría como motor para la formación de potentes huracanes. Falta por saber si las anomalías actuales tendrán recorrido hasta el verano. «Si nos fijamos en las diez temporadas siguientes a una AMM tan positiva en diciembre, se aprecia que es ligeramente superior a la media. Sin embargo, un par de años fueron muy dinámicos, como 1999 y 2005», recuerda Klotzbach. En agosto del 2005 las aguas del Atlántico dieron a luz a Katrina, uno de los huracanes más potentes y mortíferos de la historia.

El Modo Meridional del Atlántico podría favorecer que las anomalías positivas de la temperatura del agua se extendieran hasta Galicia. El pasado año también se registraron aguas muy cálidas en esta parte del océano. Especialmente llamativos fueron los 20º que se alcanzaron en las playas de las islas Cíes. Esa agua tan caliente acabó siendo gasolina para Ophelia en su recorrido hacia el norte de Europa. «En el caso de Ophelia, las aguas cálidas ayudaron a alimentar su crecimiento, pero aún más críticas fueron las temperaturas frías del nivel superior que proporcionaron suficiente inestabilidad para que alcanzara una fuerza de huracán mayor con una temperatura del mar de solo 25º, que se considera demasiado baja para el desarrollo de huracanes», concluye el científico.