La entrevista televisada al presidente, en la que se defendió atacando, ha encrespado aún más a la sociedad La brecha de confianza entre la sociedad rusa y el poder por la tragedia del «Kursk» se amplió ayer, a pesar del «mea culpa» entonado la noche anterior por el presidente Putin, con el boicot de las familias de los tripulantes a la Armada. La prensa reaccionó con dureza a las palabras exculpatorias de Putin y muchos diarios piden abiertamente que dimita.
24 ago 2000 . Actualizado a las 07:00 h.A la dolorosa travesía organizada por la Armada en unas tensas honras póstumas no se unieron 250 familiares, que se negaron al luto nacional decretado por Putin y exigieron rescatar los cuerpos. Pero mientras la motonave navegaba por las aguas del Ártico, Rusia se agita cada vez más con la trágica muerte de sus marineros y el escándalo por la pasividad oficial. Una inesperada entrevista televisada de Putin el miércoles por la noche sólo añadió más leña al fuego al asumir «el sentimiento de responsabilidad y culpa» por la catástrofe, pero pasar al mismo tiempo al ataque como defensa de su extraña actitud durante el drama. Con abiertas peticiones de dimisión y epítetos como «canalla», la prensa reaccionó masivamente en contra de lo que denominó «retórica patriótica» de Putin en la entrevista. Un político aludido solapadamente por el presidente, Boris Berezovski, acusó a Putin de «intentar dividir a la sociedad en lugar de intentar consolidarla». Con la entrevista, en la que no explicó su ausencia en los momentos clave ni la desorientación de la opinión pública por parte del poder, Putin «ha continuado su cadena de graves errores», dijo. Destacados columnistas del país estudiaron las palabras de Putin y llegaron a la conclusión de que con el Kursk se ha hundido su reputación.