Esos líderes tan divertidos

AGENCIAS NUEVA YORK

INTERNACIONAL

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Durante la cita de la ONU se vio a un Clinton mimando a Leo Blair y a Barak encerrado en el ascensor La Cumbre del Milenio ha sido estos días centro de debate de la actualidad internacional, pero también escenario de más de un momento curioso o divertido de sus asistentes. A este gran escenario de la ONU han subido 147 jefes de Estado o de Gobierno. Entre ellos ha habido primeros actores, como Bill Clinton _en su última comparecencia ante este foro_, pero también muchos secundarios, como el omnipresente servicio secreto, la policía, la prensa, los intérpretes y la paciencia de los neoyorquinos como telón de fondo.

08 sep 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

Clinton «secuestró» a Leo Blair. Bill Clinton «secuestró» el jueves a Leo Blair, el cuarto hijo del primer ministro británico, con el que subió dos pisos del hotel Waldorf Astoria para presentárselo a Jacques Chirac. Según un portavoz de Downing Street, «tenía muchas ganas de conocer a Leo». El presidente francés tomó al pequeño en sus brazos, para después devolvérselo a su madre. A Putin no le gusta Picasso. Se vio que Vladimir Putin no es muy amante del arte de Picasso a juzgar por la expresión de su cara cuando vio la reproducción del Guernica que cuelga en la ONU. Palabrotas en la Asamblea. A algún líder se le escapó alguna palabrota, como al presidente de Sudán, Omar Hasán al-Bashir. Una larga pausa y el despiste del intérprete introdujeron una de las palabrotas peores y más usadas por los anglohablantes. Un café «seguro» para Chávez. De Hugo Chávez, como de Fidel Castro, se esperaba alguna anécdota y ninguno de estos dos genios y figuras defraudaron. Las cámaras captaron a un Chávez dispuesto a ampliar una rueda de prensa si alguien le traía un «cafetito». Uno de los periodistas le llevó uno, pero el servicio secreto de EE UU no permitió que se lo tomara. Los agentes se encargaron de ir a buscar uno «seguro», de ponerle sacarina y de entregárselo a su protegido, en medio de las risas de unos y otros. El apretón de manos entre Clinton y Castro. Con expectación se esperaba qué pasaría si Clinton y Castro, los presidentes de dos países enfrentados desde hace casi 40 años, se encontraban cara a cara. Ocurrió. Y hubo apretón de manos. Eso sí la Casa Blanca tardó en reconocerlo. Ayer Clinton dijo que Castro lo pilló de improviso y buscó el encuentro. Washington insistió en restar significado al encuentro de «un par de minutos». El apretón, por breve que fuera, supuso un hito casi histórico. Barak, atrapado en el ascensor. Los servicios secretos tuvieron que rescatar al primer ministro Ehud Barak del ascensor del hotel Waldorf Astoria en que se quedó encerrado. El exceso de peso de la comitiva israelí ocasionó el percance: en el elevador cabían ocho personas, pero se montaron trece. Repetición de saludos. Quienes tuvieron que repetir el saludo oficial fueron José María Aznar y el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, pues los fotógrafos no habían llegado a tiempo. Mientras Pío Cabanillas informaba a la prensa, Aznar le escuchaba a sus espaldas. Cuando terminó, palmadita en el hombro y felicitación: «Muy bien, Pío». Excesivo celo policial. Hipólito Mejía, presidente dominicano, a quien la seguridad casi no deja entrar en la Asamblea porque quiso ir a pie en lugar de en automóvil, contaba emocionado cómo él y sus 145 colegas hicieron una disciplinada fila en el Metropolitan para saludar a Clinton. Como dijo, «los presidentes también somos seres humanos».