Aznar y Chirac constatan sus diferencias y París no apoyará la segunda resolución
INTERNACIONAL
José María Aznar y Jacques Chirac constataron ayer sus divergencias sobre la gestión de la crisis iraquí. El presidente de Francia, abanderado del bloque partidario de agotar la vía pacífica, reiteró su hostilidad a la nueva resolución apadrinada por su huésped, que la consideró «conveniente».
26 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.En el marco de su ofensiva diplomática para defender el proyecto de resolución presentado el lunes con EE.?UU. y el Reino Unido ante el Consejo de Seguridad, el jefe de Gobierno español viajó ayer a París con la pretensión de recomponer las relaciones con París, maltrechas por su alineamiento con el bloque anglosajón. Al término del almuerzo de trabajo de hora y media -en el que estuvieron también la ministra Ana Palacio y el jefe del Gobierno francés, Jean Pierre Raffarin, Aznar y Chirac comparecieron con brevedad ante la prensa para levantar acta pública de sus divergencias sobre la resolución. Resolución El dirigente de Madrid hizo un esfuerzo por presentar el nuevo texto como una «propuesta de consenso» que resalta «el papel central de la ONU». «Consideramos que no hay ninguna razón que justifique salir de la resolución 1441 y, por tanto, nos oponemos a toda nueva resolución», zanjó Chirac sin disimular un ápice su crispación. Horas después, Raffarin confirmó ante la Asamblea Nacional que Francia «no apoyará» el proyecto de resolución. El consenso en torno a la posición de Chirac fue la tónica de la sesión parlamentaria, pero el Partido Socialista dio un paso más allá y pidió al presidente que ejerza el derecho de veto en el Consejo. El Gobierno prefirió evitar tal decisión, ya que hubiera provocado escisiones en los bancos de la mayoría parlamentaria de la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Sin regalo de cumpleaños Fuentes de la presidencia gala calificaron de «cordial» el almuerzo entre Chirac y Aznar. Para ilustrar este clima, señalaron que el anfitrión había felicitado a su huésped por su 50 aniversario, celebrado la víspera. Pero no le obsequió con un un regalo. Tampoco Aznar trajo el jamón de Jabugo con el que acostumbra a obsequiar a Chirac. Sin llegar a la tensión, las relaciones entre ambos mandatarios se han enfriado sensiblemente. En el código diplomático, este distanciamiento se plasma en gestos inequívocos. Esta vez no hubo abrazo, ni tuteo, ni las coletillas «mi amigo» de otras veces. Es más, Chirac contempló de manera ostensible la fachada del Elíseo mientras Aznar resumía su posición. Hasta última hora, el Elíseo no accedió al deseo español de una comparecencia conjunta ante la prensa. La ausencia de esa cita hubiera abierto el inicio de un período de glaciación.