Las autoridades rusas temen que el vacío de poder surgido tras el asesinato del presidente pro ruso de Chechenia, Ahmad Kadírov, pueda ser utilizado por la guerrilla separatista para lanzar un ataque a gran escala, en un momento de incertidumbre. Por eso, el Ejército ruso ha reforzado su dispositivo en toda la república y ha sido puesto en estado de máxima alerta. El plan de «normalización» que el presidente Vladímir Putin venía aplicando en Chechenia desde el año pasado, que consistía en ir cediendo poderes a una administración local, ha sufrido un duro golpe con la muerte de Kadírov. Todos los analistas coinciden en que al Kremlin le va a ser poco menos que imposible encontrarle un sustituto digno al antiguo muftí checheno (líder espiritual). Viceprimer ministro Su hijo Ramzán, jefe de una fuerza paramilitar de unos 10.000 hombres pese a su juventud e inexperiencia, fue nombrado ayer viceprimer ministro de la república por Serguéi Abrámov, jefe del Gobierno local y presidente en funciones hasta la convocatoria de comicios para elegir al sustituto de Kadírov. Al igual que Ramzán, Abrámov es un treintañero sin peso político ni carisma. Es además ruso, lo que echa por tierra los esfuerzos de Moscú por dar imagen de que los chechenos son dueños de su tierra. Tal vez por eso, ha habido que echar mano de Ramzán Kadírov en calidad de «número dos» del Ejecutivo. La verdad es que tanto Abrámov como el hijo de Kadírov parecen dos principiantes asustados que no saben por dónde empezar. El temor ahora es que Ramzán utilice la guardia de su padre para vengar su muerte y paguen justos por pecadores. Un escenario así acrecentaría las tensiones. Los que también tienen motivos para preocuparse son los guerrilleros que, convencidos por Kadírov, depusieron las armas. A través de Internet, el cabecilla rebelde, Aslán Masjádov, negó ayer toda responsabilidad de la guerrilla en el atentado del domingo en Grozni, en el que, además de Kadírov, murieron otras seis personas. Sin embargo, el Estado Mayor de las tropas rusas en la república acusa a Masjádov, al jefe guerrillero Shamil Basáyev y al «terrorismo internacional» de lo sucedido. Y dice que el atentado fue posible «gracias al apoyo financiero de organizaciones extremistas mundiales y a la complacencia de los gobiernos de algunos países», en posible referencia a Qatar. Kadírov fue enterrado ayer en Tsenterói. Su mentor, Putin, fue el gran ausente.