Los líderes suníes se retiraron de las conversaciones para la formación de gobierno Las autoridades decretan el toque de queda y alerta máxima durante tres días
23 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.Más de 130 personas, entre ellas decenas que participaron en una manifestación contra la violencia sectaria, murieron ayer en numerosos actos violentos en todo Irak pese a los llamamientos a la calma de los líderes del país, ante el temor a una guerra civil y un día después de que un atentado con bomba, presuntamente de Al Qaida, destruyera un importante santuario chií en Samarra. Irak canceló todos los permisos de sus policías y soldados y decretó la alerta máxima. Mientras, los líderes de la minoría política suní (Frente de la Concordia) se retiraron de las conversaciones sobre la formación de un gobierno de unidad nacional y responsabilizaron a los chiíes en el poder de fomentar las decenas de ataques contra mezquitas suníes. Washington, que quiere estabilidad en Irak para ir retirando sus 130.000 soldados, hizo una llamada a la moderación, reflejando los temores de que este país exportador de petróleo pueda estar deslizándose a una guerra sectaria. George W. Bush denunció el atentado como un «acto político» que busca sembrar la «discordia civil». El primer ministro británico, Tony Blair, apuntó a Al Qaida como principal «sospechosa», ya que había amenazado con atacar ese santuario. Pero la principal autoridad religiosa suní criticó públicamente al líder radical más respetado por los chiíes, Ali al Sistani, en un gesto poco habitual, acusándolo de promover la violencia al instar el día anterior a las protestas. Pese al boicot suní, el presidente Jalal Talabani (kurdo) siguió adelante con una reunión de líderes políticos que había convocado para evitar una «devastadora guerra civil». Tras las conversaciones con chiíes, kurdos y un grupo suní más pequeño, dijo que si estalla una guerra total, «nadie saldrá indemne». Fuentes policiales y militares hablaron de al menos 130 muertos, la mayoría suníes, en las dos principales ciudades, Bagdad y Basora, en las 24 horas siguientes al ataque altamente simbólico contra la Mezquita Dorada, un templo chií, en Samarra. Alrededor de 170 mezquitas suníes han sido atacadas o quemadas y diez clérigos asesinados desde el miércoles. En el incidente más sangriento, las autoridades dijeron que 47 personas que habían participado en una manifestación conjunta de suníes y chiíes contra el atentado de Samarra fueron transportados en vehículos al abandonar la marcha y matados a tiros en las afueras de la capital. Fueron depositados en una zanja a un lado de la carretera, dijo Dhary Thoaban, vicepresidente del consejo regional de Diyala. Previamente, se habían producido informaciones contradictorias sobre el incidente, pero responsables policiales y militares confirmaron la versión de Thaoban. Toques de queda El Ministerio del Interior dijo que los toques de queda se han ampliado durante los tres días de luto nacional y que las fuerzas están en alerta. Pero también hubo atentados no relacionados con la violencia sectaria. Una bomba explotó al paso de una patrulla del Ejército iraquí en un mercado en Baquba. Murieron 16 personas. También tres periodistas de la televisión Al Arabiya, entre ellos la popular reportera Atwar Baghad, fueron encontrados muertos a tiros en los alrededores de Samarra. Y once reclusos de la cárcel de Basora fueron sacados de las celdas y asesinados. Un comunicado en internet del Consejo Muyahidín, que incluye a Al Qaida, culpó a los chiíes de volar el santuario para justificar los ataques, y prometieron «una respuesta aterradora». El jefe radical chií Moqtada Sadr ordenó a su seguidores del Ejército de Mehdi proteger los templos suníes. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, llamó a la calma a todos, mientras la Unión Internacional de Ulemas Musulmanes (suníes) advirtió del riesgo de una guerra civil, asegurando que los suníes no podían ser los autores del ataque al mausoleo, «que han guardado durante siglos». La Liga Árabe llamó «a la contención».