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El presidente ruso, Vladimir Putin, inició ayer una visita de dos días a la República Checa para rubricar la normalización de relaciones entre ambos países y garantizar el suministro energético a los checos. Es la primera visita oficial de un titular del Kremlin desde la caída del telón de acero (1989), ya que la breve estancia de Boris Yeltsin en Praga hace trece años tuvo carácter de reunión de trabajo. Praga, que importa un 75% de su gas natural desde Rusia y es también dependiente del crudo de Moscú, quiere ahora renovar los contratos de abastecimiento, que expiran en el 2013. «Hay muchas razones para esta visita y mucho de qué hablar», indicó ayer a la emisora Radio Zurnal el jefe del Estado checo, Vaclav Klaus, quien además constató que «es palmaria la reactivación de los contactos en la esfera económica y del turismo».