El terremoto del lunes, cuyas ondas dieron dos veces la vuelta al planeta, según un observatorio japonés, tuvo ayer prolongación con una réplica de 5,9 grados que produjo nuevos corrimientos de tierras, a causa de los cuales quedaron sepultados varios vehículos.
La réplica tuvo lugar en el distrito de Lixian, a unos 50 kilómetros del epicentro, en el distrito de Weichuan, y complicó aún más las tareas de rescate, que ayer contaron con la presencia del presidente chino, Hu Jintao. El primer ministro, Wen Jiabao, dijo que se trata del terremoto «más destructivo» sufrido desde la fundación de la República Popular China, más incluso que el que se cobró 240.000 vidas en 1976.
En los alrededores de Mianyang hay cientos de pueblos en los que no ha quedado nada en pie y la ayuda llega de manos de voluntarios, aunque las localidades más remotas siguen sin recibirla. Jiulongcun, un pequeño pueblo de unos 2.000 habitantes que ahora se asemeja a un campo de refugiados, es una de las localidades que ya han recibido esa ayuda. Pero los voluntarios advierten de que más lejos, en las zonas montañosas, la situación sigue siendo de extrema necesidad.
«En los pueblos de arriba no ha llegado nada. Hay que salvar a los atrapados y dar alimentos y tiendas a los supervivientes», señala un voluntario. «Mi hermana está en Maoxian, a 200 kilómetros de aquí, en las montañas. Desde el día del terremoto no sabemos nada de ella», cuenta una mujer malherida en una pierna.
En Jiulongcun se repite el drama de cientos de pequeños pueblos de toda el área montañosa de Sichuan: muchos adultos se salvaron porque se encontraban trabajando en el campo cuando ocurrió el terremoto, pero sus hijos estaban en la escuela, y esta, al derrumbarse, dejó a 200 sepultados. «Todos sus compañeros han muerto», cuenta un padre que lleva de la mano a su hijo de siete años, con la cabeza vendada, y que pudo salir milagrosamente de la escuela antes de que se desplomara.
En medio de la catástrofe también hay personas que expresan su ira por lo sucedido, como el escritor Sun Jianjun que, tras visitar lo que queda de Jiulongcun, aseguró que «estos edificios dice el Gobierno que están hechos de hormigón, pero es mentira, son materiales muy malos».
Según diversas fuentes, el Gobierno podría estar estudiando planes de evacuación ante la creciente inquietud de que los centenares de presas dañadas por el temblor se hundan si siguen las lluvias.