Ehud Olmert pasará a la historia como un político segundón que llegó a la jefatura del Gobierno de manera accidental y no supo aprovechar esa oportunidad.
De 63 años, Olmert se ve obligado a abandonar el cargo tras solo 32 meses al frente del Gobierno y una gestión que estuvo dominada por dos acontecimientos -uno militar y otro diplomático- y los incesantes escándalos de corrupción que finalmente le hicieron caer.
El fracaso en el Líbano
El acontecimiento militar fue la segunda guerra del Líbano contra la guerrilla Hezbolá, en el 2006, tras la que afloraron las primeras críticas a su gestión por el fracaso del Ejército israelí al intentar desmantelar a un grupo armado muy inferior en número y pertrechos.
Un informe oficial responsabilizó a Olmert del fracaso de forma personal, lo que, sin embargo, no lo convenció para abandonar un sillón que a todas luces parecía venirle grande.
Sus detractores le recordaron la forma en la que había llegado al cargo: la inercia política de una sucesión obligada por el infarto cerebral que en enero del 2006 sufrió su predecesor, Ariel Sharon, a quien había seguido del Likud al Kadima dos meses antes. Pero la puerta de posible heredero se le había abierto en el 2004, durante los preparativos de la evacuación de Gaza, cuando defendió la retirada ante la opinión pública local. En marzo del 2006 revalidó su mandato en unas elecciones generales en las que el Kadima fue la formación más votada, pero tuvo que formar Gobierno de coalición con otras fuerzas.
El otro proceso más significativo de su gestión como primer ministro es sin duda la restauración de las relaciones con la Autoridad Nacional Palestina y de las negociaciones de paz, lanzadas oficialmente en la conferencia de Annápolis, en noviembre del 2007.
Las partes se plantearon alcanzar para antes de fin del 2008, o enero del 2009 como muy tarde, un acuerdo de paz que propiciaría el establecimiento del Estado palestino, un objetivo que se ve ahora truncado por los retrasos típicos de este tipo de negociación y por la crisis política que desataron las sospechas de corrupción contra Olmert.