A medida que se acercaba la hora en la que expiraba ayer el ultimátum dado por el primer ministro británico, Gordon Brown, y el irlandés, Brian Cowen, a los políticos norirlandeses para que alcanzaran un acuerdo político y así desbloquear el proceso de transferencias a la Asamblea del Úlster, crecía la sensación de que tanto unionistas como republicanos estaban próximos a un acuerdo. Lo que parecía claro anoche es que continuaban las negociaciones, tras expirar el plazo de 48 horas dado el miércoles por Londres y Dublín. La experiencia demuestra que las fechas límites no dan resultado en Irlanda del Norte.
Si no había acuerdo entre Partido Democrático Unionista (DUP) y el Sinn Féin, socios en el Gobierno norirlandés, Brown y Cowen habían amenazado con hacer públicas sus propias propuestas. Pero anoche optaron por prorrogar las conversaciones hasta el fin de semana si se ve, tal como ayer parecía, que las posiciones han avanzado y se acercan.
Traspaso de competencias
La crisis política se ha originado por las exigencias republicanas de una fecha firme de traspaso de competencias en materia de justicia e interior a Belfast por parte de Londres.
El líder del DUP, Peter Robinson -que permanece temporalmente apartado de su cargo de ministro principal norirlandés a raíz del escándalo sexual y financiero de su esposa-, aseguró a última hora que su partido está dispuesto a llegar a un acuerdo con el Sinn Féin si la formación republicana flexibiliza sus posiciones.
La lengua gaélica
Según fuentes cercanas a las negociaciones, los separan cuestiones inaceptables para los republicanos, como las demandas de los unionistas para abolir la Comisión de Desfiles, organismo que supervisa y modifica las rutas de las controvertidas marchas protestantes de la Orden de Orange por barrios católicos. El Sinn Féin también quiere avances en el reconocimiento de la cooficialidad de la lengua gaélica irlandesa, en la cooperación entre los Parlamentos de Belfast y Dublín y en puntos de la legislación sobre igualdad y derechos.