Dos votos menos para Brown

Miguel A. Murado

INTERNACIONAL

02 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Esta semana Gordon Brown ha perdido dos votos. El primero fue el de la ya famosa anciana a la que llamó «intolerante», sin darse cuenta de que sus palabras estaban siendo recogidas por un micrófono. La mujer iba a votarlo, pero dice que ya no lo hará. El otro es el voto de The Guardian , periódico de recia estirpe laborista, que ha dado ya abiertamente su apoyo al rival liberaldemócrata de Brown, Nick Clegg. Son solo dos votos menos, pero los dos simbólicos, los dos cruciales. Con esto, Gordon Brown queda fuera de la carrera electoral, y posiblemente de la carrera política. Nadie (salvo milagro o pesadilla) espera ya que vuelva a ser primer ministro, ni siquiera en el caso de que un Gobierno de coalición permitiese a los laboristas conservar el poder.

Sorprendentemente, esto todavía podría suceder. Aunque el ambiente no puede ser más desfavorable a los laboristas, la defenestración de Brown es justamente lo que lo haría posible. Al no contar con él ya, sus correligionarios están promoviendo un voto táctico, consistente en apoyar a los liberaldemócratas en aquellas circunscripciones en las que estén en mejor posición que ellos mismos, y solo votar al candidato laborista donde este vaya por delante de los Lib Dems. Es a la luz de esta estrategia que hay que entender el apoyo de The Guardian a Clegg: es la voz de un laborismo cansado de la herencia de Tony Blair (y Brown es parte de ella), pero que se resiste a la idea de que Cameron se mude a Downing Street; no tanto porque es conservador como porque, curiosamente, recuerda demasiado a Tony Blair.

¿Puede funcionar este voto táctico? Dependerá más de Clegg que de los laboristas. Estos probablemente han tocado ya su suelo electoral, situado al alza en un 29% por la encuesta del Sunday Telegraph . Si se cumple el resto de la predicción, los conservadores obtendrían un 36% y Clegg un 27%. Esto indicaría que el globo Clegg , artificialmente hinchado en un momento de rencor contra los dos partidos tradicionales, empieza a desinflarse. Por obra de las arbitrariedades del sistema electoral, laboristas y Lib Dems podrían acabar todavía con una suma mayor de escaños que los conservadores, pero en esas circunstancias la coalición sería complicada. Gran Bretaña tiene una larga tradición de bipartidismo que tan solo ahora empieza a resquebrajarse, y el votante británico probablemente no digeriría bien que dos partidos que han «perdido» manden a la oposición al que ha tenido mayor número de votos.