Guía de unas elecciones candentes

Leoncio González REDACCIÓN/LA VOZ.

INTERNACIONAL

Los comicios del martes son en parte un referendo sobre Obama, cuya gestión se ha visto empañada por errores propios y los devastadores efectos de la crisis económica

31 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

¿Ha empezado el declive de Obama? Todas las encuestas, sin excepción, pronostican un retroceso de su partido en las elecciones que dentro de 48 horas renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 37 de los cien que tiene el Senado y los cargos de 37 gobernadores. Los resultados pueden recortar el margen de maniobra del presidente de EE.?UU., obligarlo a rectificar su política interior e internacional y, en el escenario más adverso, comprometer su reelección en el 2012.

UN CANDIDATO MÁS

¿Son las elecciones un referendo sobre Obama?

Lo pretenden los republicanos y lo niegan los demócratas, pero la razón está repartida. Aunque no se presenta a los comicios, el inquilino de la Casa Blanca se comportó como un candidato más, recorriendo el país el último mes y medio para reanimar el voto demócrata. Además, su liderazgo es tan carismático que prácticamente todo el mundo tiende a pensar que el Partido Demócrata empieza y termina en él. Por esta razón, un castigo al partido caerá sobre sus espaldas, y viceversa: si se hunde el suelo debajo de los demócratas será porque Obama no lo ha sujetado bien. Sin embargo, en los resultados también influirán cuestiones locales y estatales que no tienen incidencia federal y que no son imputables al presidente.

LOS CASOS DE REAGAN Y CLINTON

¿Se pueden extrapolar los resultados y deducir, si son malos para él, que Obama no será reelegido?

No necesariamente. Presidentes que fueron reelegidos sin dificultades como Ronald Reagan y Bill Clinton sufrieron descalabros en elecciones similares a las que se celebran ahora. Además, encuestas consideradas certeras, como las del Centro Pew, muestran que presidentes con un alto grado de popularidad en mitad de mandato, como George Bush padre o Jimmy Carter, fracasaron luego en la reelección. En cambio, según esos mismos sondeos, los citados Clinton y Reagan tenían a estas alturas la misma o menor aceptación que Obama. Todo dependerá, por tanto, de la habilidad con que maniobre este si llegan a producirse mayorías conservadoras.

BOTELLA MEDIO LLENA, MEDIO VACÍA

¿Qué valoración merece la gestión doméstica de Obama?

Notable, si se tiene en cuenta la herencia que recibió, e insuficiente si se consideran las expectativas que desató. Ante todo, evitó una gran depresión como la de los años treinta del siglo pasado con un paquete de estímulo que impidió el colapso de la economía y la devolvió a tasas de crecimiento, todavía poco significativas. Hizo aprobar normas para regular prácticas de la industria financiera de su país que están en el origen de la crisis actual y sacó adelante una reforma de la sanidad que ofrece cobertura a veinte millones de personas desprotegidas. Su mayor borrón es la reforma migratoria, que no acometió todavía. Tampoco sacó del cajón la gran revolución verde que prometió.

GESTIÓN DESIGUAL

¿Y en el terreno internacional?

La gestión es más desigual. Mejoró la imagen exterior de EE.?UU., especialmente en Europa y el mundo musulmán, y reseteó las relaciones con Rusia, con la que consiguió cerrar acuerdos en materia de desarme nuclear. Está cumpliendo la promesa de salir de Irak, si bien la situación en este país se encuentra enquistada por discrepancias entre sus dirigentes. Sus mayores asignaturas pendientes son la falta de avances en Afganistán y la incapacidad para forzar un acuerdo entre israelíes y palestinos. Tampoco zanjó la cuestión de Guantánamo y ha sido inmovilista hacia Cuba.

LA MODERACIÓN Y LA ECONOMÍA

¿A qué se debe que haya caído tanto en las encuestas?

Hay muchas respuestas, pero las que predominan son dos. Una es que descuidó la narrativa basada en valores que lo llevó a la Casa Blanca. Su teoría de que la polarización ideológica es divisiva y perjudicial lo empujó a buscar acuerdos con sus rivales republicanos. Esto lo enredó en negociaciones, como las que se vieron durante la tramitación de la reforma sanitaria, que al final no se tradujeron en pactos, pero que sí dieron a sus adversarios una baza para desgastarlo. Al mismo tiempo, defraudaron las expectativas de muchos que habían votado por él. Creyeron que era más moderado de lo que habían supuesto o que estaba haciendo demasiadas concesiones por lo que, en consecuencia, no ganó por la derecha pero sí que perdió por la izquierda.

La otra explicación es económica. Aunque la recesión estalló antes de que Obama tomara posesión, en el último trimestre de George W. Bush, sus consecuencias más devastadoras se empezaron a padecer una vez que este se fue. Un ejemplo es la tasa de paro, que estaba situada hace dos años en el 7,7% y se encuentra ahora en el 9,6%.