Obama propone a Hu Jintao fijar las relaciones de los próximos 30 años

Victoria toro NUEVA YORK / LA VOZ

INTERNACIONAL

El líder chino afirma que su país reconoce los derechos humanos

20 ene 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Barack Obama no quiso cometer el mismo error que Bush ninguneándolo y recibió en la Casa Blanca al presidente chino, Hu Jintao, con los máximos honores: alfombra roja, salvas e himnos.

Es más, el norteamericano recordó que hace treinta años los ex presidentes Carter y Deng Xiaoping tuvieron un encuentro que supuso «la normalización histórica de las relaciones» entre ambos países, lo que trajo consigo una época de aumento de los intercambios, y le propuso a su visitante hacer otro tanto: sentar las bases para los próximos treinta años.

Dejaba muy clara así la importancia que la Casa Blanca concedía a la visita. Pero junto con la de cal llegó pronto la de arena. Tras las palabras amables vino la crítica. Sutil y caballerosa, pero crítica: «La historia demuestra que las sociedades son más armoniosas, las naciones tienen más éxito y el mundo en más justo cuando los derechos y las responsabilidades de todas las personas se mantienen, incluidos los derechos universales de cualquier ser humano», recriminó a un Hu impasible que, a su vez, le devolvió el guante: «China y EE.UU. deberían respetar las opciones del otro para desarrollarse».

Durante la rueda de prensa, Obama insistió en la cuestión de los derechos humanos. Afirmó que las cosas deben mirarse con perspectiva y que China tiene un sistema político distinto y una tradición cultural propia. Dijo que EE.UU. considera que el Tíbet «forma parte de China», pero instó a Hu a establecer un diálogo con el dalái lama. También explicó que habían tratado de la desnuclearización de la península de Corea e instó al gigante asiático a acabar con la devaluación del yuan.

Beneficio mutuo

Por su parte, Hu volvió a asegurar que, en las relaciones bilaterales, los dos países deben «respetar la soberanía, la territorialidad y la integridad para el beneficio mutuo». El presidente chino aseguró que su país «reconoce los derechos humanos» y añadió: «Seguiremos avanzando para mejorar la vida de los ciudadanos y la democracia».

La jornada finalizó con una cena de Estado con más de 400 invitados, entre ellos algún chino-americano famoso, como el actor Jackie Chan, pero también algunas corteses disculpas, como la del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner. Y es que los republicanos miran con lupa el tratamiento que Obama le está dando a Hu, atentos a cualquier posible signo de debilidad. Todo está tan medido que la propia secretaria de Estado no respondió ayer a la pregunta de si China es un país amigo o enemigo. «La razón por la que desplegamos la alfombra roja y recibimos al presidente Hu en visita de Estado es que pensamos que estaremos mejor preparados para responder a esa pregunta si avanzamos juntos», dijo Clinton, y añadió: «Mi esperanza es que tengamos una relación normal».

Para animar esa línea, China sacó la chequera y dio luz verde a un paquete de setenta acuerdos para comprar bienes de equipo en EE.UU. por valor de más de 33.600 millones de euros, entre ellos un contrato con Boeing para adquirir 200 aviones.