Una nueva estimación del inventario radiológico liberado al medio ambiente en Fukushima lo sitúa entre el 5% y el 10% del de Chernóbil. Esto es importante y supone cinco veces más de lo estimado antes, aunque sigue siendo una fracción pequeña.
Por otra parte, han aumentado el índice de gravedad del accidente. Esto parece indicar que, al tener mejor conocimiento del alcance de los daños en los reactores, la situación es más compleja de lo estimado. Hay que tener en cuenta que la actividad sísmica ha continuado y ha habido averías sobrevenidas por esa causa.
Hay tres hechos sintomáticos que generan preocupación: uno es que el reactor 2 no sube de presión, lo que confirma que el circuito de condensación del vapor tiene una fuga, lo que quiere decir que va a seguir liberando agua contaminada, complicando así las tareas de mantenimiento y limpieza; otro es que no comenzaron a retirar las barras usadas almacenadas en las piscinas, lo que es más complicado en el reactor 4, donde más densidad de ellas hay; y, por último, el que sigan inyectando nitrógeno en el reactor 1 puede indicar que aún no se ha bajado su temperatura por debajo de los 100 grados y sigue la producción de hidrógeno.