«Los dos policías que asesinaron a Jaled Said siguen libres»
INTERNACIONAL
«Si no se hace justicia, me encargaré yo», afirma desde Alejandría Ahmed, hermano de la víctima
01 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Jaled Said no fue el primer joven egipcio apaleado por policías hasta arrancarle la vida y tampoco fue el único que denunció la implicación de agentes en la venta de drogas. Leila no es la primera madre egipcia que entierra a un hijo desfigurado, sin dientes y amoratado, que nunca llegará a los 30.
Pero su asesinato derivó en revuelta, y puso nombre y cara a la rabia de los egipcios: Todos somos Jaled Said. Este grupo de Facebook aglutinó la ira contenida durante décadas. El hermano mayor de Jaled y socio en la empresa de informática que llevaban juntos entre América y Egipto, Ahmed, fue quien creó el primer grupo en Facebook llamado Mi nombre es Jaled.
El piso de Jaled en Alejandría sigue tal y como lo dejó: ropa tirada en la cama y muchos cables. Su madre, Leila, ha decidido mantenerlo a modo de mausoleo para quien quiera visitarlo. «Mi hijo ha sido la llave de la revolución», repite. «Es la causa de que Mubarak esté hoy en la cárcel y de que los jóvenes sean más libres», añade. Y muestra orgullosa la imagen de su hijo, reproducida por los muros de la casa, en cojines y colgantes que reposan junto a dedicatorias de personalidades como el candidato a la presidencia El Baradei, quien acudió a darle el pésame, o una placa entregada por los Hermanos Musulmanes a «la madre del mártir».
«Intentaron comprarnos»
La familia de Jaled ha pasado meses bajo extrema presión. Ahmed describe el infierno: «La policía secreta se pasaba horas frente a nuestra casa. Me seguían, me grababan. Secuestraban al portero para sacarle información. Tenían miedo porque soy ciudadano americano y tengo relaciones con la embajada. Hasta intentaron asesinar a mi mujer». Y continúa: «Intentaron comprarnos, un viaje a la Meca para mi madre, tierras para nosotros? así es como acallan a los familiares de las víctimas: con amenazas primero y con dinero después».
La hermana de Jaled, Zahra, cuenta que fue acusada por el Gobierno de un complot sionista contra el régimen. «Mi hermano no era un activista ni pertenecía a ningún partido».
Jaled siempre acudía al cibercafé de la esquina, visible desde su cuarto, cerca de donde murió. Allí, Hasán Mosbah relata cómo dos policías lo arrancaron del ordenador ante decenas de testigos, le rompieron los dientes, le aplastaron la cabeza y lo metieron en un edificio del que solo salía un grito: «Voy a morir». Después, tiraron su cuerpo en la acera.
Al día siguiente, muchos jóvenes se reunieron bajo el balcón de Jaled para gritar: « Abajo el régimen». Y cayó, pero los dos policías siguen libres, dice Ahmed. «Si no se hace justicia, me encargaré yo. Sé donde viven, cómo se llaman. Los he seguido y grabado. ¿Cuántos años me pueden caer?».
la familia del «mártir» que incendió las protestas