Un experimento incierto a la desesperada

Miguel A. Murado

INTERNACIONAL

09 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

L a idea de unas primarias abiertas a todos los votantes, y no solo a los militantes, empezó a insinuarse en el Partido Socialista Francés (PS) en el 2007 como una huida hacia adelante: el año anterior Ségolène Royal había sido elegida en unas primarias cerradas en las que se habló tanto de ella (en gran parte porque competía contra su exmarido) que su posterior derrota en las presidenciales fue una sorpresa, al menos para ella y su partido.

¿Qué hacer? Se decidió democratizar aún más las primarias abriéndolas a todo el mundo. No se consideraron explicaciones alternativas, como el que Royal fuese menos popular entonces que Nicolas Sarkozy, o incluso que las propias primarias hubiesen quizá debilitado al partido. La apoteosis de Barack Obama (atribuida sin más a su campaña de primarias), la apuesta del PSOE español por este método, y el ascenso de Walter Veltroni a la cabeza de la izquierda italiana en el 2008 en un proceso abierto multitudinario, parecían confirmar que las primarias, abiertas o cerradas, eran una fórmula ganadora.

Pocos años después, sin embargo, Veltroni ya no es candidato en Italia (dimitió, tras varios batacazos). El PSOE ha preferido suprimir sus primarias mediante una argucia para evitar divisiones. Y la obamamanía es ya un recuerdo. En el PS francés, la esperanza de un candidato unitario, en la más que discutible figura de Dominique Strauss-Khan, se desvaneció en una habitación de hotel de Nueva York.

El partido está abocado ahora a un proceso tan incierto que parece más un sorteo que una elección. No sería ninguna sorpresa que hubiese sorpresas. Solo si de esta primera vuelta surge un candidato con apoyo claro, aunque sean los poco atractivos Hollande, Royal o Aubry, los socialistas podrán respirar. Pero si hay empates, la moda de las primarias se habría cobrado una nueva víctima en la piel del PS.