Xi Jinping, posible futuro número uno del régimen chino que visita el país norteamericano, tiende la mano a una más estrecha colaboración entre ambas potencias
13 feb 2012 . Actualizado a las 22:04 h.El vicepresidente chino, Xi Jinping, llega esta noche a EE. UU. para una visita clave en el futuro de las relaciones enormemente complejas entre dos de las mayores potencias del comienzo del siglo XXI.
Las autoridades estadounidenses han depositado una enorme importancia en el viaje de Xi, de quien se espera que en octubre tome el relevo del presidente chino, Hu Jintao, al frente del Partido Comunista y el año próximo se haga cargo de la jefatura de Estado de su país.
El Gobierno en Washington, que ha fijado la presencia en Asia Pacífico como su gran prioridad en política exterior, quiere conocer mejor al previsible líder chino de la próxima década y cuya posición hacia EE. UU. aún representa un enigma.
Su visita, según el responsable para Asia en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Dan Russell, «nos dejará dejarle clara la fuerza de los puntos de vista de EE. UU. en temas clave, pero también ver EE. UU. de nuevo por sí mismo y oír lo que los estadounidenses pensamos y lo que nos preocupa».
Xi, de 58 años, visitó Iowa como funcionario provincial en 1985 -parte de su viaje prevé reencontrarse en ese estado con algunos de sus contactos de entonces- y ha hablado con cariño de aquella visita. Al mismo tiempo, en otras declaraciones públicas ha arremetido contra lo que ha considerado críticas injustas de Occidente hacia su país.
En declaraciones por escrito al diario The Washington Post, Xi ha ofrecido un mensaje conciliatorio. «El vasto océano Pacífico cuenta con espacio de sobra para China y EEUU. Damos la bienvenida a un papel constructivo de EEUU para promover la paz, la estabilidad y la prosperidad en la región. También esperamos que EEUU respete totalmente y acomode los principales intereses y las preocupaciones legítimas de los países de Asia Pacífico», indica.
«Una relación estable y sólida entre China y EEUU es crucial para los dos países», agrega. Relación que ha ido adquiriendo importancia y complejidad a medida que la República Popular ha ganado peso como potencia económica y política mundial, y se hace especialmente delicada en cuestiones como el intercambio comercial o el equilibrio militar en la región de Asia Pacífico.
Washington considera que China mantiene artificialmente baja la cotización de su divisa, lo que beneficia a las exportaciones de la República Popular en perjuicio de las estadounidenses. Además, EE. UU. ha anunciado también la creación de una unidad antipiratería, destinada especialmente a combatir las falsificaciones procedentes de China.
En el terreno militar, ambos países han sufrido roces en los últimos tiempos. Pekín ha visto con escasa simpatía anuncios como el de la rotación de militares estadounidenses en la base australiana de Darwin.
Las dos naciones difieren también acerca del mar de China Meridional, que Washington considera un interés estratégico vital debido a la importancia de sus rutas comerciales y donde seis países, entre ellos China, mantienen disputas territoriales.
Los derechos humanos, otro tema espinoso en las relaciones bilaterales, también saldrá a relucir en los encuentros entre las autoridades de EEUU y Xi. En un mensaje muy poco velado a Pekín, Biden se reunió la semana pasada con activistas y expertos en derechos humanos en China.
Al mismo tiempo, durante la estancia de Xi, el Gobierno de EE. UU. ha querido desplegar todos los oropeles posibles, dentro de una delicada coreografía para destacar la importancia del visitante sin ensombrecer la figura de Hu Jintao y que ha estado supervisada hasta los mínimos detalles por los funcionarios chinos.
Xi tiene previsto reunirse mañana con su homólogo estadounidense, Joe Biden -que visitó China el año pasado- y con el propio presidente Barack Obama.
Almorzará en el Departamento de Estado con Biden y la responsable de Exteriores estadounidense, Hillary Clinton, antes de desplazarse al Pentágono para un encuentro con el secretario de Defensa, Leon Panetta, y el jefe de Estado Mayor, el general Martin Dempsey, y participar en una cena que ofrecerá el vicepresidente en su honor.
Al día siguiente, los dos vicepresidentes se reunirán con empresarios estadounidenses, tras lo cual Xi se desplazará a Iowa y California antes de continuar viaje a Europa.