La comisión investigadora de la ONU sobre las violaciones de derechos humanos en Siria subrayó ayer su oposición a cualquier intervención militar en ese país, para el que no ve otra solución que el diálogo y una salida negociada a la violencia que ha dejado más de 7.500 muertos en un año. «Decimos claramente que una intervención militar externa o [continuar] con la confrontación armada [interna] no ayudará», dijo a la prensa el presidente de la comisión, el jurista brasileño Sergio Pinheiro.
A su juicio, una operación militar extranjera en Siria tendría «consecuencias catastróficas» y pidió «no jugar con esto» porque «no hay intervenciones mágicas». Fresco aún está el recuerdo de la intervención en Libia, que se prolongó siete meses y causó unos 30.000 muertos. En ese sentido, Pinheiro defendió la gestión de Kofi Annan.
La comisión presentó ayer al Consejo de Derechos Humanos de la ONU su último informe sobre la situación en Siria, con la frustración de no haber sido autorizado a entrar en el país. Denuncia igualmente el horror que soporta la población, pero señala que también «grupos antigubernamentales han cometido abusos», aclarando enseguida que «hay una gran disparidad entre los medios que estos usan y los del Gobierno».
En el plano humanitario, se señala que la situación es cada vez más desoladora tanto en Homs como en Idlib, Hama, en el área rural de Damasco y en Deraa. Además, detalla que los refugiados se cuentan por miles y que, solo en el Líbano se cifran en unos 9.000.