Con la excepción de Túnez, ningún país pidió directamente la marcha de Al Asad en la cumbre
30 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Los dirigentes de la Liga Árabe se compadecieron ayer del pueblo sirio, pero se mostraron divididos sobre la utilidad de armar a la rebelión en Siria, donde el Ejército proseguía sus operaciones contra los bastiones rebeldes.
Sus profundas diferencias quedaron patentes en la Declaración de Bagdad, donde se limitan a apoyar la misión de de paz de Kofi Annan, llamar al diálogo y a la unificación de la oposición, pero sin ninguna referencia al envío de armas ni a la renuncia del presidente Bachar al Asad.
Con la excepción de Túnez, ningún país pidió directamente la marcha de Al Asad en la cumbre. Arabia Saudí y Catar, partidarios de armar a la oposición, mostraron su irritación no enviando a sus jefes de Estado. El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, se mostró firmemente opuesto a esa idea. «Según nuestra experiencia en Irak, armar a los dos bandos en el conflicto conduciría a una guerra regional», afirmó. Según él, «un diálogo nacional es la mejor solución».
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, exhortó a Damasco a aplicar sin demora el plan de paz. El presidente Bachar al Asad afirmó ayer que su país «no dejará de esforzarse para que la misión tenga éxito», aunque hizo algunas «observaciones» al contenido de dicho plan, que no detalló.
Nuevos rostros
Los vientos de la primavera árabe llegaron a la cumbre de Bagdad, donde los Gadafi, Mubarak, Saleh o Ben Alí han dado paso a las caras de la revolución, en una mesa que nada tiene que ver con la última cita que acogió Irak hace más de dos décadas. Los dirigentes de las monarquías del Pérsico, que en 1990 acudieron en tropel a la cumbre de Sadam Huseín, optaron por no estar ayer en Bagdad y enviaron delegaciones de bajo rango. Paradójicamente, el único país del Golfo que está representado por su jefe de Estado es Kuwait, invadido por Irak hace 22 años.
Un obús de mortero cayó sin causar víctimas cerca de la sede de la cumbre, que marca el retorno oficial de Irak a la familia árabe y de la que es excluida ahora Siria.