En la recta final de la campaña aparecen las «bombas fétidas». Así bautizó ayer el primer ministro, François Fillon, las revelaciones de Mediapart sobre una posible financiación de Gadafi a la campaña electoral de Sarkozy en el 2007 y las acusaciones de «complot político» de Dominique Strauss-Kahn.
El ex director general del Fondo Monetario Internacional «no está en la vida política francesa», según el candidato socialista, François Hollande, quien ayer dejó claro que tampoco cuenta con él si gana el día 6.
El entorno del que fue favorito de las encuestas hasta el escándalo sexual de Nueva York ha desmentido que concediera entrevista alguna al diario británico The Guardian. Sus insinuaciones de montaje vendrían de varios extractos de un libro donde un periodista norteamericano desarrolla la tesis de la conspiración. Los conservadores insisten en cambio en la influencia de Strauss-Khan en la campaña de Hollande. La portavoz de Sarkozy, Nathalie Kosciusko-Morizet, ironizó ayer sobre una fiesta que le habría reunido en un bar parisino con algunos de los más allegados de Hollande, quien dijo no haber sido invitado.
«Es rocambolesco» e «indigno» insinuar que «los servicios secretos franceses escucharon a Dominique Strauss-Kahn», aseguró ayer Fillon, sorprendido de que a menos de una semana de la elección presidencial «salgan como por casualidad todas las bombas fétidas».
El primer ministro calificó al diario digital Mediapart, que reprodujo un supuesto documento que confirma la participación del exdictador libio en la financiación de la campaña de Sarkozy en el 2007, de ser una «oficina financiada por los amigos de François Hollande».