Merkel y Hollande intentan revivir el eje franco-alemán

redacción / la voz

INTERNACIONAL

Merkel y Hollande escenificaron en público su voluntad de cooperar con un beso.
Merkel y Hollande escenificaron en público su voluntad de cooperar con un beso. MICHAELA REHLE < / span>reuters< / span>

Acuden al legado de De Gaulle y de Adenauer para zanjar sus diferencias

23 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Francois Hollande, intentaron zanjar ayer las dudas sobre el estado de salud del eje franco-alemán que se abrieron tras el resultado de las elecciones en Francia, cuando la pareja Merkozy que entonces dirigía las respuestas a la crisis del euro pasó a la historia como consecuencia de los resultados.

Con ese propósito se reunieron en la ciudad de Ludwigsburg, en el sur de Alemania, la misma en la que, en septiembre de 1962, el entonces presidente francés, el general Charles De Gaulle, pronunció un discurso en el que llamó a la reconciliación y aseguró que el futuro de Europa estaba en manos de la juventud de los dos países.

Intentando minimizar los desencuentros con Merkel, Hollande definió la relación entre Francia y Alemania como la de un «viejo matrimonio» por lo que es normal que a veces haya diferencias. Sin embargo, se mostró convencido de que, como lo quisieron De Gaulle y el primer canciller alemán de la posguerra, Konrad Adenauer, la relación entre los dos países seguirá siendo la piedra angular del Viejo Continente «Formamos el corazón de Europa», dijo.

«Ahora Europa no tiene guerras, eso lo hemos dejado atrás, pero tenemos otros retos. La respuesta a esos retos es más Europa. Europa derrotará a la crisis», añadió. «Hay que introducir la supervisión bancaria, hay que estabilizar la eurozona y hay que crear una nueva gobernabilidad. Es el momento de profundizar nuestras relaciones para que Europa tenga instituciones que respondan a los retos actuales», agregó convencido de que «llegaremos a compromisos entre nosotros a los que se sumarán los otros países de la UE».

El encuentro estuvo marcado por los éxitos del pasado y, ante todo, por el logro de una paz duradera para Europa tras la Segunda Guerra Mundial y el fin de la Guerra Fría, marcado por la reunificación de Alemania. «Cuando De Gaulle pronunció su discurso yo tenía 8 años, vivía en Brandeburgo, en la antigua RDA, el muro de Berlín tenía un año y la división de Alemania parecía cimentada», explicó Merkel. «En ese entonces, la idea de que algún día yo hablara ante ustedes como canciller de una Alemania unida era una utopía irrealizable», prosiguió.

«El que haya sido posible tiene que ver con el proceso de integración que empezó con los tratados de Roma», prosiguió Merkel, quien advirtió de que «por grandes que sean los retos actuales, los europeos estamos unidos para nuestra felicidad».

En una propuesta que sonó a los tiempos en que ella marcaba el ritmo de Europa en compañía de Nicolas Sarkozy, la canciller propuso reuniones regulares con Hollande para trazar políticas anticrisis y analizar «cómo lograr más crecimiento». El presidente francés no hizo ascos a la propuesta e insistió en que París y Berlín deben profundizar su relación para «contagiar» a sus socios europeos.