Angela Merkel también pierde la mayoría en la Cámara alta

Úrsula Moreno BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

La oposición ya puede bloquear proyectos de ley en el Bundesrat

22 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La canciller alemana, Angela Merkel, calificó ayer de «dolorosa» la derrota electoral vivida el domingo en Baja Sajonia. La trepidante jornada se saldó con un solo escaño de ventaja para la coalición rojiverde, que liderará el socialdemócrata Stephan Weil. En la conferencia de prensa en la que compareció junto a un contrito David McAllister, primer ministro de Hannover hasta finales de febrero, Merkel explicó que fue especialmente «amarga» porque «faltó muy poco al final».

Lo que no dijo es que la pérdida del gobierno de Hannover supone también la del poder en el Bundesrat, la cámara de representación territorial, donde a partir de ahora la oposición, con mayoría absoluta, puede bloquear todos los proyectos de ley que requieren ser ratificados en esta cámara.

Con lo sucedido en Hannover, Merkel ha visto las barbas de su vecino pelar. David McAllister, al mando de la CDU, era el político más popular de Baja Sajonia y de hecho cosechó un 36 % de los sufragios. No obstante, y pese a la remontada de los liberales, que se hicieron con casi un 10 % de los votos, no bastó para retener el ejecutivo. Se lo arrebataron los socialdemócratas, con un 32,6 %, y la valiosísima ayuda de Los Verdes, que últimamente solo conocen el éxito, y subieron casi 6 puntos, hasta un 13,7 %. Un simple escaño inclinó la balanza a su favor.

Desde que asumió la segunda legislatura en septiembre del 2009, el partido de Merkel ha perdido el gobierno en cinco regiones. En 1998 cuando Helmut Kohl tuvo que entregar, después de 16 años, el poder a Gerhard Schröder, solo había perdido uno. Merkel ha visto como se le escapan de las manos feudos socialdemócratas como Renania del Norte-Westfalia, pero también baluartes conservadores como Baden-Württemberg.

La canciller recordó ayer la «frágil» situación económica en el país, porque sabe que los alemanes confían en su gestión de la crisis. Y aunque la mandataria puede confiar quizás algo más en su socio de coalición, no quiere que se repita un trasvase de votos de su partido a los liberales como el vivido en Hannover. «Serán unas elecciones generales [dentro de ocho meses], en las que cada uno luche por sus electores», advirtió.

Otro de los pulsos que se siguieron ayer con máxima atención en Berlín fue el que mantuvo el líder de los liberales, Philipp Rössler, que en Baja Sajonia se jugó su futuro político. Tras meses de duras críticas internas, el vicecanciller y ministro de Economía puso su cargo a disposición del partido y propuso a su principal detractor, Rainer Brüderle, para relevarlo. Se resolvió con un reparto «amigable»: Rössler seguirá al frente del partido y el experimentado Brüderle será candidato a la cancillería.

Visita de François Hollande

Por otra parte, ayer llegó a Berlín el presidente francés, François Hollande, para asistir al aniversario de los 50 años del Tratado de Amistad entre Francia y Alemania, que dio lugar a la UE. Fue recibido en la cancillería por Angela Merkel, donde debatieron sobre las relaciones franco-alemanas con estudiantes y profesionales. Hoy celebrarán sesiones conjuntas de ambos gobiernos y parlamentos, en memoria de la firma del Tratado del Elíseo en 1963 entre De Gaulle y Adenauer.