Hace justo dos años, el hombre fuerte del régimen de Hosni Mubarak, Omar Suleiman, pronunció la frase que hizo estallar de júbilo a Egipto. El contraste con el ambiente que ayer se respiraba en este mismo país no puede ser más agudo.
La plaza Tahrir, el lugar que entonces concentró los anhelos de millones de egipcios que deseaban libertad y dignidad, reunió ayer a miles de personas en una nueva protesta, en esta ocasión contra el presidente del país, Mohamed Mursi, y los Hermanos Musulmanes.
En una atmósfera derrotista y reivindicativa, los egipcios que se acercaron en varias marchas a este lugar y al palacio presidencial (muchos menos que en reciente convocatorias) aseguraron defender la llama de la revolución frente al poderoso grupo islamista, al que acusan de pretender aferrarse al poder.
Desesperanza
La desesperanza, azuzada por la galopante crisis económica que sufre el país, se reflejaba en la mayoría de rostros y en los discursos de los manifestantes.
«Pensamos que los Hermanos Musulmanes impondrían justicia, pero no lo hicieron. Al rico lo han hecho más rico y al pobre lo han pisado. ¿Es esta la justicia social? Si Hosni [Mubarak] nos sumió en la desgracia [durante] 30 años, un año de gobierno de Mursi equivaldrá a 50 años de desgracia», dijo el joven Gamal Gafar.
Pese a que Mursi aún goza de un amplio respaldo, sobre todo entre las capas más populares y en el Egipto rural, la erosión sufrida desde que fue elegido como el primer presidente en democracia del país, el pasado junio, es evidente.
El Centro Al Baseera para la investigación de la opinión pública difundió una encuesta en la que el 44 % de los consultados aseguraban que no reelegirían al presidente. Pese a todo, la misma encuesta muestra que más de la mitad de los sondeados (53 %) aprueba todavía la gestión del presidente, diez puntos menos que hace un mes.
Como se ha convertido en costumbre desde hace unas semanas, la violencia no faltó a las protestas, con los grupos más radicales enfrentados a la policía en los alrededores del palacio presidencial de Itihadiya. Según fuentes policiales, decenas de personas resultaron heridas por la intervención de los antidisturbios, que se precipitó al comenzar a llegar de modo masivo cientos de manifestantes hasta la sede presidencial.